
Aeronáutica
La libido levanta el vuelo
Algunas empresas privadas de vuelos «exclusivos» ofrecen la posibilidad de «sexo a bordo». Los especialistas aclaran que no será muy diferente, pese a la creencia de que las turbulencias y los cambios de presión dan más placer.

Qué mejor forma de soportar las interminables horas de un vuelo que echar una cabezadita y, de paso, una cana al aire. Aunque sea en la imaginación, ya que pocos pueden «presumir» de haber tenido sexo en un avión, y no por falta de ganas, sino por el espacio incómodo, reducido y los toques de atención «interruptus» que pueden darse. Pero ya sea por el morbo de las alturas o la creencia de que con los cambios de presión el sexo es más placentero, lo cierto es que a la gente le encanta el «flyrteo», como lo denominaron en una encuesta de la empresa de vuelos Skyscanner, en la que el 45 por ciento de los mil participantes afirmó haber coqueteado a bordo. Lograr un coito completo o una felación aérea ya depende de la destreza de los pasajeros.
No fue el caso de Ana, quien cuenta cómo «me metí en el baño primero y luego entró mi novio, pero no pudimos hacer nada. Apenas cabíamos y sólo pensar que podía haber gente esperando fuera... Al final nos limitamos a las "manitas"bajo la manta que nos dieron para el vuelo, pero no tenía el mismo morbo. Nada que no se haga en el cine». De momento, y para facilitarles las cosas, una empresa del sector de servicios sexuales (Mile High Club) lo ofrece en desplazamientos especiales.
Apto en clase «bussines»
Es holandesa y nada barata, pues la oferta sólo se aplica en «vuelos en jet privado con una capacidad para 50 personas. Todo es muy exclusivo», declaró a los medios el propietario de la empresa, Wounter Vab de Heijden. Y, de momento, sólo apto para hombres. Sin embargo, los menos «pudientes» que se arriesguen a ser pillados in fraganti en pleno vuelo, deben tener claro que la experiencia, de resultar distinta, no será ni por la altura, ni por los cambios de presión. «Las cabinas hoy en día están presurizadas con la misma tensión de oxígeno y no es mejor que hacerlo en tierra firme», argumenta Emmanuele Jannini, de la Academia Europea de Andrología y de la Sociedad Internacional de Medicina Sexual.
El experto aclara que «la idea del aumento del placer por la falta de oxígeno o las sensaciones parecidas a una asfixia parecen estar desprovistas de sentido científico. Lo veo más como una habilidad de la industria sexual de satisfacer las fantasías de los clientes. ¿Qué hombre no ha fantaseado con unas bonitas posaderas durante un vuelo?».
Que se lo digan al actor Ralph Fiennes, que protagonizó, además de películas como «El paciente inglés» un episodio similar, intentando, supuestamente, llevarse a los lavabos a una azafata en una aerolínea australiana. O a Liz Harley que, bajo los efectos del champán no pudo, dicen, reprimir las caricias subidas de tono a su pareja de entonces en un vuelo en primera clase.
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