Cataluña
Cultura nacional
Decía Ortega que los críticos se equivocaban al definir las corridas de toros como la Fiesta Nacional, más que nada por que la Fiesta es Cultura. Por eso hoy, después de lo ocurrido ayer en el Senado, hay que hablar de la cornada que el PSOE le ha metido a la Cultura Nacional al votar contra la propuesta del PP de proteger a los toros como bien cultural. Otra vez la fragmentación socialista hace de espejo de la división administrativa de nuestro país. El PSOE ha unido sus votos a los que no creen en la nación española sino en otras como la catalana y la vasca que protegen sus identidades a través de sus Estatutos, que son leyes órganicas aprobadas por las Cortes Generales. Por eso, el voto del PSOE es más grave de lo que parece. Entre los senadores socialistas que votaron ayer contra la Fiesta hay muy buenos aficionados que estarían encantados de haber tenido libertad de voto. Pero la disciplina de grupo convierte a los representantes del pueblo en esclavos de sus escaños. Da igual congelar pensiones que meter un puyazo a los toros con el capote de los nacionalistas que se quieren separar de España. La prohibición en Cataluña fue un bajonazo, la reunión de la ministra con los toreros pareció, como dijo el portavoz del PP García Escudero, un molinete, y lo de ayer una media estocada lagartijera. Y lo de no permitir la libre circulación de las personas en dirección a una plaza de toros atenta contra el tratado de adhesión de España a la Unión Europea. Lo siguiente que tiene que hacer el PP es presentar cuanto antes un recurso ante el Tribunal Constitucional. Hay que arrimarse todavía un poco más. Hay que cargar la suerte.
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