Actualidad
«Piratas» del disco por Gonzalo Alonso
Allá por 1970 escribí mi primer artículo. Fue en la revista «Ritmo» y su tema es hoy tan actual como entonces. Versaba sobre la «piratería» discográfica. Por aquel tiempo nacieron grabaciones de carácter histórico con las mejores voces del siglo tomadas en vivo. Yo mismo las realizaba en una grabadora, las editaba y repartía a los amigos.
Cada verano viajaba a Verona, en donde «Dal Bon Lorenzo» vendía medio a escondidas, el catálogo «pirata» más amplio que podía encontrarse en Europa. Algún verano me topé con las cajas vacías porque la Policía había requisado el material ante la denuncia de alguna discográfica. En ocho lustros han cambiado las formas, pero no los fondos.
Pasaron los años y aquellas grabaciones fueron comercializadas por las mismas multinacionales del disco que en su día las persiguieron, pero con sonido muy mejorado. Así pudimos disfrutar, por ejemplo, de la «Traviata» de Lisboa con Callas y Kraus bajo el sello Emi. Volverá a suceder lo mismo si productoras y distribuidoras, tanto discográficas como cinematográficas, despiertan.
No se pueden poner vallas al campo porque siempre aprenderemos cómo saltarlas. No pueden contemplar internet como un enemigo, sino como el amigo cuya tecnología hay que aprovechar. El problema es la resistencia al cambio, a la evolución, y una tardía reacción puede dejar fuera del mercado a muchas empresas. ¿Por qué, estando en inmejorables condiciones, la Wells Fargo, la número uno en diligencias, se dejó comer el terreno en el tráfico ferroviario por la Union Pacific Railroad y la Central Pacific Railroad? Simplemente porque no supo ver que su negocio no eran las «diligencias», sino el «transporte de viajeros». Hoy la Wells Fargo es número uno en el sector bancario, porque sí supo conservar el producto «transporte de dinero».
Los piratas acaban en libertad provisional. Las productoras no deberían perder el tiempo aliándose con el FBI o los parlamentos, sino dedicarse a fondo a investigar cómo llevar sus productos al consumidor de la forma que a éste le resulte más económica y cómoda. Si aciertan, habrán acabado con la «piratería». Si no, otros vendrán y ocuparán su lugar. Así de simple.
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