Crítica

Una siembra con mucho futuro

Obras de Mozart y SchumannEscuela Reina Sofía. Cátedra de canto Alfredo Kraus, Fundación Ramón Areces. Orquesta Sinfónica Freixenet. Director: Antoni Ros Marbà. 10 - II-2011. Auditorio Nacional.

La Razón
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La cátedra Kraus, que hoy ocupa el magisterio de Tom Krause, con el que colabora fructíferamente Manuel Cid, airea de vez en cuando algunas voces señaladas. Con el soporte de una orquesta a la que Ros supo dotar de ligereza y vuelo, se ofrecieron fragmentos de «Così fan tutte» de Mozart. En ellos escuchamos a una mezzo muy lírica de hermoso centro, débil grave y agudo bien puesto y redondo, la ucraniana Anna Moroz (1981), no siempre afinada, que cantó con nervio y brío «Smanie implacabili»; una soprano lírico-ligera expresiva, musical y grácil, Laia Falcón, que bordó con la anterior el dúo «Prenderò quel brunetino», pero que estuvo forzada, con graves deslucidos en «Come scoglio», un aria dramática inadecuada para sus características; un tenor ligero japonés aún en barbecho con limitaciones en el agudo y una emisión difícil, Taro Kato (1982), y a una soprano ligera discreta, de aceptable dicción, la chilena Carolina Grammelstorff (1979). El barítono colombiano Sidney Jiménez (1980) puso de manifiesto delicadeza y cierta finura pero también un timbre muy opaco y desleído.

No nos atrevemos a juzgar a la soprano María Isabel Segarra ni al bajo Damián del Castillo, que cantaron solamente el sexteto final de la ópera. En la segunda parte Ros dirigió a la jovencísima orquesta una versión bien cantada y modulada, adecuadamente acentuada, de la «Sinfonía Renana» de Schumann, que tuvo muy afortunados momentos líricos y magníficos fraseos de la madera. No quedó del todo ajustado rítmicamente el primer movimiento, falto de vigor. Pero los dos lentos fueron dichos con un toque poético y una «cantabilità» muy propios.