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Fantasmas por Agustín García Calvo

La Razón
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Aquí, con mi antigua novia y con mi suegra, sentados en un banco del templo de Debod sobre las ruinas del Cuartel, viendo caer el sol tiritando un poco entre los montes, llevo no sé cuánto rato que no puedo menos de oírlas parloteando entre ambas, y ¿saben de qué? Pues óiganlas que aquí se las remito: –…y por fin fue a que lo vieran. –Y ¿qué tenía? –Pues figúrate: la hepatitis H que le habían visto hace tres años y no le había hecho el menor caso, y ahora, Clarita, ¡si vieras cómo estaba! --¿Todito hinchado? Ya lo estoy viendo, doña Mila: porque es lo mismo que cuando mi primo el abogado…/ No aguanto más, y las interpelo: –¡Basta, por San Roque bendito! ¿No sabéis que lleváis media hora dándole sin parar a la retahíla de diagnósticos, cánceres, alifafes, pertirinitis, troquilitrosis, que si consultas, que si terapias?, que parecéis dos enciclopedias de la mala salud, que me estáis a mí poniendo malo de verdá. –Bueno, Tomás, es que es así: que el mundo está lleno de enfermedades y epidemias y… –Ya: y de médicos y farmaceúticos, alopáticos, homeopáticos, de análisis, de espectrografías… –Pues claro, tío: hay muchos males que curar, muchos peligros que prevenir. –De fantasmas es de de lo que está lleno el mundo, queridas mías. Y vosotras creéis que con esas chácharas medicamentosas que os traéis… –Información, querido yerno, información. –Eso: nos intercambiamos informaciones y… –Y ¿nadie os ha dicho que con eso lo que hacéis es multiplicar los miedos y los males? –¡Hala, Tomás!, no exageres, hombre.—Y además, que ¿de qué otra cosa vamos a hablar? –En eso tiés razón, amada mía, con algo hay que llenar el tiempo, ¿verdá? –Pues sí: bastante vacío nos lo habéis dejado. –Podíais hablar del tiempo que hace, ¿no? Siempre fué lo más socorrido. –Cierto, Tomás; pero eso no dura nada, hombre: se cruzan un par de opiniones de calor o frío, y se acabó, mientras que las enfermedades… Esas dan tela para largo, ¿eh? Pues por hoy se os cortó, queridas. Ea, vámonos para casa, que ya es de noche y está fría y podemos atraparnos cualquier trancazo que nos dé meses para hablar.