Sevilla

Con diez cañones por banda

La Razón
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Los congresos de los partidos se sabe cómo empiezan pero no cómo terminan. O no al menos hasta la celebración de las siguientes elecciones. A veces tienen que pasar varios años. Por ejemplo, ya sabemos que Rajoy ha tardado ocho en saldar todas sus hipotecas («no debo nada a nadie»). Sin embargo, esta vez no será necesaria tan larga espera porque, con permiso de la pelea entre Chelines Fernández y los michelines de Cascos, la próxima gran cita con las urnas serán las andaluzas del 25 de marzo. Y para ese objetivo sale sin duda reforzado Javier Arenas de este congreso, como mínimo, con diez cañones por banda viento en popa a toda vela. La cita de Espronceda no es baladí. A falta de grandes diferencias, sí es cierto que este cónclave nacional de los populares había planteado algunas dudas literarias sobre si el centro derecha español entronca mejor con la figura del manchego Don Quijote y compañía (es decir, Sancho Panza), o, por el contrario, al celebrarse en Sevilla, ello podría suponer tal vez cierta aproximación a la obra, fusionada por supuesto, de los hermanos Machado, leída con el acento regionalista de los Álvarez Quintero. Pues bien, en estas gallardas académicas estaban los compromisarios más comprometidos cuando, de repente, el romanticismo, que tanto juega en política, ha introducido la mejor literatura extremeña, coetánea, y no por casualidad, del genial José Zorrilla, el que dejó escrito aquello de «corre ahora por Sevilla poco vino y mucho mosto», demostrando el alto grado de conocimiento que las gentes de Valladolid tienen de los cenáculos meridionales. Arenas debe estar pues satisfecho con el congreso de este fin de semana porque las lecturas literarias suelen ser más acertadas que los relatos políticos. Y donde algunos quieren ver gigantes en realidad sólo hay molinos. Además, ¿no proclamó Aznar el sábado que «ahora es el tiempo de Javier Arenas»? Tal vez dentro de ocho años es cuando pueda terminar este artículo.