Valencia
Revolución en Madrid por Sergio ALONSO
Una vez más, son las autonomías las que tiene que coger el toro por los cuernos y adelantarse al Estado en una reforma sanitaria que todos los expertos demandan desde tiempos inmemoriales pero que ningún ministro se ha atrevido todavía a implantar. Primero fue Cataluña, azuzada por el gigantesco agujero heredado del tripartito, la amenaza subsiguiente de bancarrota y una desmesurada tendencia al despilfarro que había que cortar en seco. Ahora se ha sumado Madrid. Sabedores del incremento creciente que experimenta el gasto sanitario, de la voracidad de la demanda cuando el coste es cero y del riesgo de que el sistema estalle fruto de las ineficiencias y de la crisis económica, el presidente Ignacio González y losconsejeros Javier Fernández Lasquetty y Enrique Ossorio han dado el paso al frente que Alberto Fabra y Luis Rosado, en Valencia, no se atrevieron hace meses a dar. A algunos, la reforma sanitaria de Madrid les parecerá exagerada. A otros, privatizadora, y a alguno, en cambio, puede que le resulta corta.
De lo que pocos expertos dudan es de que una iniciativa así era necesaria porque el modelo sanitario español está tan obsoleto que, o experimenta cambios de calado, o corre serio riesgo de perecer. El análisis de las medidas arroja interesantes perspectivas. La autogestión en primaria, por ejemplo, que ya intentó introducir Juan José Güemes, rompe la cadena funcionarial que vincula a los médicos con los centros de salud, en línea con lo que ha demandado más de una sociedad científica. La externalización de la actividad sanitaria de seis hospitales implica dar más papel al sector privado sin renunciar a lo público, pues no habrá coste extra para el paciente. Y la tasa por receta tendrá efectos disuasorios del gasto en un momento de carestía de las arcas públicas.
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