Lenguaje
237 razones II por Marina CASTAÑO
Creo que el tema se merece otra columna revisando el estudio de dos psicólogos de la Universidad de Texas. Algunas razones demuestran cierta sensibilidad: «Olía bien», «tenía unos ojos preciosos», «besaba como los ángeles», «me acarició», «me hizo sentir masculino», «simplemente sucedió». Otras se producen para satisfacer cierta curiosidad: «Quería saber si es verdad todo lo que se dice sobre el sexo», «saber si tener sexo con alguien diferente de tu pareja habitual era mejor o peor», «hasta ese momento estaba fuera de mi alcance», «para quitarme esa obsesión y poder centrarme en otras cosas», «saber si podría llevarme a otra persona a la cama». Otras con intenciones odiosas: «Quería transmitir una enfermedad sexual (herpes, sida)", «sembrar la discordia en otra pareja», «para hacer daño al enemigo», «tomarme la revancha». Otras con fines terapéuticos: «Para aliviar el dolor menstrual», «para quitarme el dolor de cabeza», «para conciliar el sueño». Y así hasta 237, unas más divertidas, otras absurdas y otras más intrascendentes. Pero una, solamente una, que a determinadas mujeres y determinados hombres satisface y encandila de verdad: «Porque era inteligente», y otra, que no se repitió demasiadas veces «para tener un hijo». ¡Ah, las motivaciones del ser humano! ¡Es tan apasionante conocerlas como estudiarlas y analizarlas! Cada persona es un mundo aparte, y las razones por las que nos movemos, diferentes en cada uno, pero seguro, seguro, que muchas de las recopiladas por los estudiosos texanos coinciden con las de algunos de nosotros.
¿O no?
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