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Sandoval por Gaspar Rosety

La Razón
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Los entrenadores de equipos modestos suelen merecer un espacio en el periódico sólo cuando están a punto de ser despedidos. Sin embargo, llevo tiempo siguiendo el trabajo de este hombre y me ha ido sorprendiendo al mismo tiempo que ganando. Por su naturalidad y su carácter humilde, por su capacidad para entender el fútbol de un equipo que se codea con los grandes y que responde a una idea, bien merece una reflexión.
Lo primero que advierte un espectador profesional cuando ve jugar al Rayo es que se encuentra ante un grupo bien trabajado y bien tratado. En orden a un concepto positivo del juego, Sandoval ha conseguido un estilo. Lo sustenta en un pensamiento atacante y ganador, en la ausencia de complejos y en la extraordinaria solidaridad del grupo. Maneja una brigada sin estrellas en la que brilla la disciplina táctica, el trabajo de la estrategia, una excelente preparación física y altísimos niveles de concentración. El talento y los recursos individuales pertenecen a cada futbolista.

Este entrenador, alejado de todos los salones de la fama, que podría ser el vecino del tercero o el director del banco de la esquina, canaliza toda su energía para transmitir una idea clara, concisa y categórica. No renuncia a ella en ningún sitio, lo que entraña una coherencia elogiable, y dirige un ejército al límite de sus posibilidades.

Lo escribo hoy porque no importa que haya perdido para juzgar su trabajo previo y el desarrollo colectivo de sus intenciones. Con una idea bien trabajada y con fe en ella, se puede llegar lejos. Sandoval es un claro ejemplo. Y un buen entrenador. Lo celebro.