La Habana
Cuba: historias de medio siglo
Mientras aquí nos preocupamos de los regímenes de Túnez, de Egipto, de Siria o de Libia, quizás nos estamos olvidando de nuestra hermana Cuba.
Cuba ha celebrado estos días con toda la parafernalia que sabe imprimir el régimen castrista a sus conmemoraciones, los cincuenta años de su victoria sobre unas mal coordinadas fuerzas opositoras desembarcadas en las playas Larga y Girón de Bahía Cochinos, al sur de la isla, una fracasada operación de la CIA norteamericana, resuelta en tres jornadas de combates. Aunque el desembarco de aquel 16 de abril de 1961 de 1.400 combatientes de la llamada Brigada 2506 se ejecutó en tiempos de un recién nombrado Kennedy, la decisión había sido tomada por la administración Eisenhower, a partir de entonces bestia negra del régimen castrista. El desembarco había sido precedido de un tímido bombardeo de los aeródromos militares de La Habana y Santiago. Los biógrafos de Kennedy relatan cómo el presidente se negó a reiterar estos ataques y aceleró el fracaso del desembarco en tierra. Los cubanos del exilio tampoco se lo perdonan. Los expedicionarios, cubanos del exilio, mercenarios y expertos de la CIA, faltos de apoyos por aire, y por mar, sin municiones ni refuerzos, dejaron mas de doscientos muertos sobre las playas y 1.189 prisioneros en las cárceles cubanas. Aviones y barcos de transporte habían salido de Puerto Cabezas en la Moskitia nicaragüense. Quienes andábamos por allí en los noventa bajo bandera de Naciones Unidas desmantelando a otras fuerzas también auspiciadas por los EE.UU. –la «contra» nicaragüense– , nos sorprendimos al comprobar los tres kilómetros largos con balizaje nocturno de su aeródromo. Demasiado conocíamos las cortas y peligrosas pistas de tierra de Waspan o de Rosita para comprender aquello. La simple consulta de un mapa de la región nos dio la respuesta: Puerto Cabezas es el punto del continente mas cercano al sur de Cuba. Había otro matiz: en 1961 gobernaba Nicaragua la familia Somoza; en 1990 Violeta Chamorro acababa de ganar las elecciones a los sandinistas.La Moskitia es una región entrañable, avanzada al Atlántico como una península triangular que culmina en el cabo Gracias a Dios y que divide el rio Wanks entre tierras de Honduras y de Nicaragua. Su historia es una constante lucha entre los imperios inglés y español a lo largo de muchos siglos , el mantenimiento de unas identidades culturales poco comunes y la integración con otras razas y pueblos arribados a sus costas. Tienen su propia lengua a la que han incorporado palabras castellanas y numeración inglesa. Zona de costas bajas, esta surcada por numerosos ríos que dan a su paisaje aspectos lacustres y obliga a vivir a sus habitantes en palafitos y casas elevadas. Gente hospitalaria y alegre saben compartirlo todo. Siempre he mantenido que si me pierdo algún día, me encontrarán en la Moskitia.
En resumen, el régimen de Castro que se había hecho con el poder en 1959 derrocando a Batista, era una constante preocupación para los EE.UU. convertido en una franquicia de la URSS en el «patio trasero» americano. De ahí vino la decisión del desembarco. Y falló lo que siempre suele fallar: la adhesión de las quintas columnas que supuestamente debían recibir y apoyar a los desembarcados. Se repitió el estrepitoso fracaso de Bayo en el desembarco en Mallorca, auspiciado por Barcelona en nuestra Guerra Civil. Tampoco se le incorporarían quintas columnas.
Reforzada La Habana tras esta victoria contra el capitalismo que tan bien han sabido airear durante medio siglo, de allí nacerían todos los movimientos revolucionarios que aparecieron en Iberoamérica durante las siguientes décadas: Bolivia, Perú, Brasil, Argentina, El Salvador, Colombia, Guatemala, Uruguay, Honduras. Vestidos con atractiva mística,–claveles en los fusiles, grafitis del Che, magnifica música revolucionaria– escondían verdaderas dictaduras del proletariado de corte marxista que, salvo algún rebrote, han desaparecido del cono sur, pero que en Cuba sigue viva. Mientras aquí nos preocupamos de los regímenes de Túnez, de Egipto, de Siria o de Libia, quizás nos estamos olvidando de nuestra hermana Cuba y no me refiero a su bella geografía, sino a los súbditos –que no ciudadanos– que la habitan, que llevan nuestros apellidos y nuestra lengua en lo más profundo de su ser. Ya no sirven de excusa los desembarcos de la CIA de 1961. Ya no hay bipolaridades URSS-EE.UU. El mundo va por otros derroteros. Las generaciones jóvenes exigen trabajo y responsabilidades. No esperen a que un día se desborden los canales de las redes sociales y miles de ciudadanos les exijan en plena Plaza de la Revolución, ser considerados ciudadanos. Los costes son luego demasiado elevados en vidas y frustraciones. ¡Cuanta gente ha muerto en El Cairo! ¡Cuantos en Libia! ¡Cómo se ha resentido una actividad vital para ellos, como es el turismo!.
¡No arriesguen mas! ¡ Busquen el relevo generacional! ¡ Miren alrededor! Y piensen que nosotros, siempre les querremos como hermanos. Lealtad obliga.
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