Sevilla
Don Frederic Kanouté
Todos están de acuerdo; por Lucas Haurie
Frederic Oumar Kanouté, maliense de Lyon y musulmán en el club que lleva la efigie de tres santos en su escudo, es un tipo excepcional.
Hasta que me alcanza la memoria, en la muy cotilla y muy criticona ciudad de Sevilla, sólo un personaje público ha logrado sustraerse de toda maledicencia. Ha sido el único que ha generado unanimidad en la tierra dual por antonomasia. Macarenos y trianeros, peperos y sociatas, gallistas y belmontistas, capillitas y feriantes, canis de Los Pajaritos y pijos de Los Remedios, pero sobre todo béticos y sevillistas (¡!) coinciden en que Frederic Oumar Kanouté, maliense de Lyon y musulmán en el club que lleva la efigie de tres santos en su escudo, es un tipo excepcional. No sólo se trata del mejor futbolista que ha hollado jamás al sur de Despeñaperros, sino también de un individuo con una humanidad gigantesca y un comportamiento tan elegante como esos controles que nos regaló durante siete años.
A Kanouté se lo trajo del Tottenham Juande Ramos cuando ya apuntaba a la treintena y su carrera declinaba. Y en el Sevilla, nadie sabe por qué, saltó el chispazo. Ciento treinta y siete goles, casi veinte por ejercicio, seis títulos en un equipo que mantenía sus vitrinas cerradas desde 1948... aunque todas sus hazañas quedan vulgarizadas ante la inmensa labor humanitaria que auspicia en Malí, el país de origen de su padre que él, nacido y criado en Francia, no había visitado hasta que superó la veintena. «Es imposible negarse a ayudar», dice. Devoto mahometano, cinco minutos de conversación con él bastan para que el más cerril se apee del prejuicio contra su religión que alimentan los islamistas radicales. Jamás ha manifestado su tristeza. Resulta que tiene estudios.
No hay derecho(s); por María José Navarro
Se lo curra luchando por los derechos humanos y acaba de balneario futbolístico en China, donde se pasan los derechos por el túnel de Guadarrama.
Me va a pasar hoy como a los Pumas argentinos en su encuentro de la otra noche frente a Nueva Zelanda: le voy a poner todas las ganas, pero de inicio salgo ya consciente de que mi contrincante me va a pasar por encima arrasándome y dejándome molida. Se ha despedido Kanouté de la afición del Sevilla y son pocas las pegas que se le pueden poner a un jugador elegante y fino al que todos hubiéramos querido tener en nuestros equipos. Sólo unos días después de ese homenaje, el Barça visitaba el Sánchez Pizjuán. Cesc y su teatrillo rindieron también pleitesía al jugador africano haciéndonos recordar aquel instante en el que éste agarraba a aquél del pescuezo. Con su trampa recurrente, el catalán dio argumentos a Kanouté y a los que le defendieron por su famosa ida de olla. Tiene Frederic, sin embargo, dos espinosos asuntos que pueden hacerle grietas en su inmaculada hoja de servicios. La primera es una enorme contradicción vital: se lo curra muchísimo luchando por los derechos humanos y acaba de balneario futbolístico en China, donde se pasan esos derechos por el túnel de Guadarrama. Imaginamos que el contratito del Beijing Guoan ayuda a olvidar estos detalles sin importancia. La segunda es mucho más peliaguda. Que El Arrebato le haya hecho una canción y que él no haya movido un dedo por impedirlo no tiene explicación y demuestra que la compasión de Kanouté por todos nosotros es manifiestamente mejorable. Dicho lo cual, me retiro al vestuario para reconocer que hoy tenía un papelón. Ahí, tímidamente, aplaudiré a un jugador histórico y brillante.
✕
Accede a tu cuenta para comentar