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Presidente Rajoy
Mariano Rajoy fue investido ayer presidente del Gobierno con 187 votos, los de PP, UPN y FAC tras una votación en la que Amaiur se abstuvo. Es el tercero más votado tras González y Aznar.
«Habemus presidente». Cumplida la liturgia del debate de investidura, Mariano Rajoy ya es jefe de Gobierno, el sexto de la democracia y el tercero más respaldado por la Cámara Baja. El suyo ha sido, sin duda, el triunfo de la tenacidad. Y eso que hace cuatro años pocos apostaban que pudiera llegar hasta aquí. Ahora quienes le negaban se declaran más «marianistas» que nadie y defienden con ahínco y jabón lo que negaban tiempo atrás. Todo son lisonjas a la espera de que suene el teléfono. Entretanto, el líder del PP fue investido presidente del Gobierno con 187 votos a favor –los 185 de su partido, más dos de los diputados de UPN y FAC–, 149 en contra –PSOE, CiU, IU, ICV, CHA, UPyD, ERC, BNG, Geroa Bai y Compromís/Equo– y 14 abstenciones, las de PNV, CC y Amaiur. Rajoy sumó más votos de los que tuvo Zapatero en sus dos investiduras, pero menos de los que recibió Felipe González (207) en 1982 o Aznar en 2000 (202).
El presidente de la Cámara Baja, Jesús Posada, leyó el resultado de la votación y la primera felicitación llegó de José Luis Rodríguez Zapatero, que desde hoy asume la condición de «ex», aunque ayer ya no durmiera en La Moncloa. El segundo apretón de manos fue de Rubalcaba, y tras éste llegó la apoteosis del aplauso con el que la bancada popular celebró la votación.
Fue ésta la estampa que coronó un debate de dos jornadas y casi 12 horas de duración y al que Rajoy puso el broche final con una llamada a todos los grupos para que se sumen a la difícil tarea de sacar a España de la crisis.
Con 56 años, 30 de ellos dedicados a la política, llega a La Moncloa consciente de la responsabilidad que supone hacer frente al panorama «más que sombrío», pero también con la certeza de que España tiene «medios, posibilidades y voluntad» para salir adelante. A este objetivo comprometió todo su esfuerzo en su última intervención durante el debate, un momento en el que garantizó a los diputados del PP que no les iba a defraudar. «No tengo el monopolio de la razón y soy absolutamente consciente de eso y, además, sé que me equivoco y, por tanto, vamos a hablar con quien quiera hacerlo, porque nadie sobra, y cuantos más seamos tirando en la misma dirección, mejor», proclamó. Luego, enfatizó que España es un «gran país» para decir que se puede afrontar el futuro con optimismo porque antes se han superado muchas dificultades en momentos complejos de la historia. Así, recordó la Transición, la entrada en el euro o la creación de ocho millones de puestos de trabajo. «Si eso se hizo en otro momento de la historia, no hay ninguna razón para que no se vuelva a repetir», proclamó antes de puntualizar que no aspira a sustituir a la sociedad española, sino a «crear las condiciones para que sea cada vez más libre». Aún tendría una mención para agradecer el tono de todos los grupos parlamentarios, y en especial el apoyo a su investidura, que ya en ese momento habían anunciado UPN y FAC. Pero sus últimas palabras fueron para Zapatero, a quien expresó sus «mejores deseos» para el futuro y reconoció que en casi ocho años de gestión «acertó y se equivocó, como todos».
«Hemos debatido y discutido, a veces de manera muy intensa; hemos llegado a algunos acuerdos, sobre todo en la última parte de la Legislatura; acertó y se equivocó, como todos, pero ha tenido el gran honor de ser presidente de su país, España, y yo así le veré siempre», concluyó. Arranca, ahora sí, la X Legislatura.
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