Buenos Aires
Negocios argentinos
La Argentina ha prosperado a pesar del fallecido Kirchner y otros gobernantes deplorables. Lo ha hecho gracias a empresarios como los que aparecen en el libro «Negocios exitosos argentinos», de A. Sainz, publicado por Planeta. Hay historias notables como la de Alfredo Coto, que «comenzó con una pequeña carnicería y hoy es el único dueño de la principal cadena nacional de supermercados y el tercer mayor empleador del país». Coto no terminó la enseñanza secundaria, como tampoco lo hizo Carlos Flores, que tiene la mayor cadena de heladerías de Buenos Aires, y que no es posible encontrar en ninguna zona elegante porque se especializa en los barrios modestos. Y así desfilan Fulvio Pagani, que fundó una empresa en Córdoba hace medio siglo y hoy es el mayor fabricante de caramelos del mundo; o Daniel Gómez, un antiguo trotskista que dirige Algodonera Aconcagua, y que compite con Unilever y Johnson & Johnson. Estas historias contrastan con nuestro progresismo: Manuel Rivas escribió en El País sobre la crisis argentina de 2001: «Los viejos que entregaron sus pensiones a fondos privados, animados por los loros del neoliberalismo mágico, se encontraron de repente en la indigencia».
La indigencia se debió a que el Estado forzó a los fondos privados de pensiones a que compraran deuda pública y después no la pagó, los arruinó y finalmente los nacionalizó. ¿Dónde verá algo de liberalismo don Manuel Rivas en todo esto?
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