Cataluña
Griñán exige lealtad y una «dirección de todos»
Se esperaba porque Ferraz había tocado a rebato para cerrar filas con Rubalcaba. Por eso José Antonio Griñán se convirtió involuntariamente en protagonista de una Ejecutiva convocada oficialmente para analizar los resultados del 21-O. Muchos fueron los que, sin mencionarle, criticaron que el debate interno del PSOE se libre en los medios de comunicación, que se intente responsabilizar del resultado de unas autonómicas al secretario general o que se pretendan anticipar crisis orgánicas que no convienen. Jaime Lissavetzky fue el más explícito en la defensa de Rubalcaba: «Llegará el día en que se diga que Alfredo tiene la culpa hasta del toro que mató a Manolete».
El presidente andaluz dejó clara su posición contraria a un congreso extraordinario y también que su objetivo es Andalucía, a quien defenderá desde «Andalucía, pero también desde Madrid». Despejaba así las dudas de quienes le sitúan en una operación para desbancar a Rubalcaba de la Secretaría General del PSOE. El presidente de la Junta de Andalucía pediría luego, en respuesta a los que demandaron lealtad con la dirección federal, que ésta fuera recíproca con los territorios. De ahí que insistiera en una dirección de «todos y para todos».
Luego, asegura, se marchó a Sevilla convencido de haber logrado los objetivos propuestos: uno, que el secretario general del PSOE se postulara en contra del soberanismo; dos, que verbalizará su oposición a cualquier referéndum en Cataluña y tres, que aceptará el papel principal de Andalucía en el debate sobre el modelo territorial para que éste no acabe en un pacto entre un Gobierno y los nacionalistas.
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