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OPINIÓN: Sin libertad y con ira

La Razón
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El Partido Comunista de España, al que Miguel Hernández se le murió en una cárcel franquista, llegó a tener sentado a Rafael Alberti en las Cortes constituyentes. La biografía de estos poetas está manchada por horrendos episodios durante la Guerra Civil, pues ambos jugaron un papel protagónico en la represión y en la comisaría política, hechos comprobables por cualquier historiador incontaminado del sectarismo al uso, pero nadie en su sano juicio negaría su condición de luminaria de las letras. Lo mismo cabría decir de Agustín de Foxá, con la diferencia de que el autor de "Madrid: de corte a checa"jamás se manchó las manos de sangre. Sucede que la número 2 de IU en las listas de las municipales desconocía la faceta de escritor del marqués de Armendáriz (o peor, finge ignorarla para mitigar su condena) y ahí es donde deben llamarse a andana sus camaradas. ¿Se siente representado el viejo Partido por iletradas de este porte? El comunista, que de natural vivaquea entre el error y el crimen, ha sido caricaturizado como exaltado, cerril, alérgico al diálogo e intolerante. Pero jamás inculto, porque históricamente se inculcó en la militancia el deber de leer y siempre se alentó el debate ideológico. Degenerando, llegaron a Pepa Medrano.