Berlín
Natalia salva el honor de España
La fondista, bronce en 1.500, da la primera alegría a una delegación española deprimida. Buscaba el oro, pero le «pudieron las ganas»
Natalia Rodríguez tenía grabada la palabra oro en el corazón. «Era una obsesión», reconoció la atleta de Tarragona. Tanto lo quería, que esa cabeza que tiene para competir, para leer las pruebas, que unida a sus piernas la convierten en una mediofondista temible, le jugó una pequeña mala pasada. Sus rivales estaban muertas en la final de 1.500 en Daegu y Natalia se sentía fuerte. Apretó antes de tiempo («Demasiado lejos, algo poco típico en mí», admitía) y en la última recta se quedó sin capacidad de respuesta ante el apretón de la estadounidense Simpson y de la inglesa que se llama como su país, England. Pero Natalia tuvo las fuerzas justas para defender la tercera posición y colgarse el bronce. «Me han podido las ganas», se confesó después, sincera, pero también feliz porque no siempre se consigue un metal en un campeonato. Más bien nunca, si se trata de la Selección española en Daegu. Natalia logró salvar el honor y consiguió la primera medalla para una delegación que no había sumado ni un solo puesto de finalista.
«Tengo medalla, al fin y al cabo», continuaba Natalia Rodríguez, quizá con la mente puesta en lo que le sucedió hace dos años en el Mundial de Berlín. Allí era la más fuerte y lo demostró. Ganó. Pero por el camino empujó a la etíope Burka y fue descalificada. «De eso se aprende», ha dicho en varias ocasiones. Natalia es una mujer valiente, forjada en un barrio obrero donde tienes que espabilar. Es capaz de superar un trance como ése y la prueba fue ayer. Comenzó calculadora, en la cola del grupo, y cuando empezaron los problemas se fue hacia delante. Los choques y caídas, que los hubo, esta vez no le afectaron a ella. Cuando se produjeron ya iba primera, a falta de vuelta y media. Y tiró y tiró. Y vio que se quedaban atrás las africanas (Jamal, Lakhouad, Gezahegne, Belete...), quizá las que en teoría podían hacerle sombra. No contaba con la inesperada aparición de Simpson y England y con que la energía le abandonara. «Iban bastante pegadas a mí y llegaron muy fuertes», analizó la española, que en esos momentos tuvo que calmarse para no quedarse sin nada. «La clave era no crisparse, porque entonces sí que pierdo la medalla y lo pierdo todo. Una etíope intentaba adelantarme en la curva y yo la aguanté, pensando que eso la desgastaría y de hecho ha sido así», continuó la catalana.
Resistió y cruzó la meta tercera, agotada, pero contenta. Cogió la bandera de España y se fue a felicitar a la ganadora. Aspiraba al oro, pero el bronce no le supo tan mal. Ayer no era un día para llorar desconsolada, como le sucedió en Berlín hace dos años. Ayer tocaba disfrutar.
Concejala, mamá y atleta
Natalia Rodríguez (2/6/79) pertenece a ese grupo de atletas que decidió ser madre antes de completar su carrera. Hace tres años y medio nació su hija, Guadalupe ,y ella maduró. Volvió a la competición y cambió los sextos puestos habituales por podios. Es una guerrera para la que la palabra rendirse no existe, como se intuye de sus tatuajes: el martillo de Thor, que significa fortaleza; una palabra que le gusta, «coco»; y el ojo del dios egipcio Horus, que simboliza el poder. Nació en un barrio obrero de Tarragona, ciudad en la que ahora es concejala de deportes por el PSC. Comparte su lucha en las pistas con lograr que a Tarragona le den los Juegos del Mediterráneo 2017.
Olmedo, la otra gran esperanza
Poco antes de que Natalia Rodríguez disfrutara de su bronce, sólo uno de los chicos del 1.500 lo pasó bien en la pista. Manuel Olmedo se clasificó para la final con solvencia, después de una carrera hecha a su medida. «Ojalá la final sea así», afirmó después el sevillano que se entrena en Soria. «Así» significa a un ritmo de 3:36 o 3:37. Un ritmo que le permita cambiar de velocidad en la última recta, como buen ochocentista que también es. Terminó su serie cuarto y regulando tras temerse lo peor al principio. Puso la oreja en la conversación de los kenianos para descubrir que su intención era salir rápido, acelerar la prueba. El español pasó de las malas sensaciones a la tranquilidad cuando vio que tenía fuelle: «No he gastado más de lo necesario».«A mí me falta un punto, dos semanas más de rodaje y...», lamentaba Juan Carlos Higuero, que corrió la misma serie que Olmedo y quedó fuera. Ha sido un año difícil para el burgalés después de haberse operado del pubis. Diego Ruiz tampoco pudo superar la criba en su primera experiencia mundialista.La jornada nuevamente fue negativa para el atletismo español. Borja Vivas (peso), Chilla (jabalina), Cáceres y Méliz (longitud) y Beitia (altura) no pasaron la fase de clasificación. Jesús España sí se metió en la final de 5.000, por tiempos, por los pelos.
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