Nueva York
Del Atlántico a los montes Apalaches
En el este de Estados Unidos, encumbrando las montañas «Blue Ridge» en Virginia, Keswick Hall, con su arquitectura italiana y su interior sureño, es un edén donde disfrutar de los encantos del sur. Un poco más arriba, el Inn at Perry Cabin bordea la Bahía de Chesapeake en el norteño estado de Maryland y goza de todos los atractivos de un albergue marinero de lujo
Amanece en el hotel Inn at Perry Cabin. El sol se refleja en los ventanales del bonito restaurante Sherwood's Landing y en el río Miles tiñéndolos de rosa. Los veleros esperan en la marina al profesor de vela y a sus alumnos para navegar por el mayor estuario de los Estados Unidos. Desde el agua, el Inn at Perry Cabin se convierte en una postal en la que se puede observar al detalle una imitación de la cabina del buque insignia «U.S.S. Niagra», sobre el diseño original del veterano de guerra Purser Samuel Hambleton de la cámara del Comodoro Oliver Hazard Perry, de quien era ayudante. La cadena Orient Express adquirió el hotel en 1999 y lo reabrió en 2003 convirtiéndola en un destino en sí mismo. Sus 80 habitaciones reinterpretan las antiguas posadas de Maryland. Un faro se alza sobre el restaurante y los motivos marineros combinados con telas y papeles de Laura Ashely consiguen un interior cálido y acogedor. La clientela desayuna, contemplando la Bahía desde su mesa, huevos benedictine con cangrejo, especialidad de la casa. De hecho, el cangrejo y la ostra son los auténticos protagonistas del Chesapeake.
De ello da muestras el Museo Marítimo de Saint Michaels (pueblo donde se sitúa el Inn at Perry Cabin) cuyas siete hectáreas al borde del Miles exponen la vida de la bahía: las lanchas cangrejeras, los barcos de trabajo, las canoas de registro y las máquinas y accesorios que durante años fueron el «Modus Vivendi» del Chesapeake.
Tras la visita al museo y sabiendo un poco más sobre los entresijos de la región, resulta obligatorio recorrer el condado de Talbot; pasear por la calle Talbot, la principal de San Michaels, cuyas casas de madera acogen boutiques, artesanía, joyería; visitar Easton, la «gran ciudad» del condado y las últimas exposiciones en el Museo de la Academia de Arte para, finalmente, llegar al encantador Oxford, con calles bordeadas por árboles e históricas mansiones y franquear la ría en el ferry más histórico de la bahía, el Oxford Bellevue. Antes de volver al hotel hay que cruzar el Bay Bridge y dar una vuelta por Annapolis, capital de Maryland y sede de la Academia Naval de USA.
Ostras frescas y el pescado del día es una buena elección para cenar en Inn at Perry, escuchando al maître contar jugosas anécdotas sobre la estancia en el hotel de afamados actores.
Rumbo al sur, en el estado de Virginia, Keswick Hall, situado en una zona a la que el mismo Thomas Jefferson denominó «el edén de los Estados Unidos», respira ambiente sureño. Nació en 1912 como «Villa Crawford» y Orient Express adquirió la llamada entonces Finca Keswick en 1999.
No es difícil fantasear sobre la Escarlata O´Hara de «Lo que el viento se llevó» subiendo por las escalinatas de Keswick Hall, tomando el té en el Loung Crawford o reuniéndose con sus amigas en el Yellow Morning, el Drawing Room o en la terraza desde donde se observa el más espectacular de los otoños y las praderas doradas que hoy albergan un campo de golf de 18 hoyos. Los salones del hotel cuentan con piezas únicas recolectadas de casas privadas, antigüedades, arte y chimeneas espectaculares. Por los ventanales del restaurante Fosset, galardonado con varios premios, se cuelan las vastas praderas y las montañas azules, mientras se saborean unos deliciosos buñuelos de setas, atún con foie e higos, la sabrosa trucha hushpuppy genuina del Blue Ridge o el entrecot de ciervo.
Keswick Hall está a pocos kilómetros de Monticello, hogar de Thomas Jefferson, tercer presidente de USA y principal autor de la Declaración de Independencia. El camino hasta la colina donde se alza Monticello, la única vivienda de Estados Unidos considerada Patrimonio de la Humanidad, es espectacular: enormes granjas de caballos, viñedos y mansiones sureñas salpican las estribaciones de los Apalaches.
Charlottesville, el centro urbano, presume de ser una de las ciudades con mejor calidad de vida del país. Cuenta con la Universidad de Virginia fundada por Thomas Jefferson en 1819 y su arteria vital, El Mall, está llena de atractivas tiendas y restaurantes. El punto álgido de la calle peatonal es el restaurado teatro de La Paramount, nido de eventos culturales y películas antiguas entre las que no suele faltar la proyección intermitente de «Lo que el viento se llevó».
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