«La gran familia»

Nuestros hermanos mauritanos, nuestros hermanos marroquíes, nuestros hermanos saharauis…» El problema con el que se está encontrando el zapaterismo en sus postrimerías es el de quererse llevar bien y hacer el bien y quedar bien con todo el mundo, incluso con los que andan a garrotazos entre ellos.
El problema de Zapatero es que, de querer pasar a la Historia como el presidente más progre que ha tenido España, a lo que ha pasado es a protagonizar «La gran familia», aquella peli de 1962 que era antiabortista antes de que viniera el aborto. En la gran familia de Zapatero –científicamente denominada «alianza de civilizaciones»– cabe todo menos una política exterior clarificadora. Cabe el servilismo a la corona marroquí y simultáneamente la bandera de la autodeterminación saharaui. Por eso, no hemos salido del lío en el que nos ha metido el primero y ya estamos en el que nos trae la segunda. Por eso, a los «turistas del ideal» de las oenegés secuestrados por Al Qaida se añade el incidente de estos otros «independentistas sin fronteras» que son los catorce activistas canarios y prosaharauis maltratados por la poli marroquí. Al Alberto Closas universal e interracial de La Moncloa sólo le falta una Patricia Hearst del PSOE que abrace la ideología de sus secuestradores para protagonizar «La familia y uno más». Alicia Gámez, la oenegera islamita, es un paso. Estamos en ello.