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Asad se ceba con la cuna de la revuelta

Asad se ceba con la cuna de la revuelta
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Hace un año que estallaron las primeras grandes protestas en Siria y fueron rápida y violentamente reprimidas por las Fuerzas de Seguridad del presidente Bachar al Asad, que dispararon por primera vez sobre los manifestantes pacíficos en la ciudad de Deraa, en el sureste del país. Desde entonces, al menos 8.000 personas han muerto, entre ellas 500 niños, y muchas más han resultado heridas. Se calcula que más de 50.000 personas han desaparecido y al menos 20.000 siguen encarceladas por la represión del régimen, que ha recurrido a los métodos más brutales para acallar la disensión. La tortura es uno de ellos y Amnistía Internacional (AI) denuncia que ésta ha sido generalizada y sistemática a lo largo de los pasados doce meses, con el objetivo de «degradar, humillar y aterrorizar» a los opositores para silenciarlos.

Tras entrevistar a decenas de víctimas, muchas de ellas refugiadas en Jordania, a tan sólo unos pocos kilómetros de Deraa, Amnistía Internacional concluye que las torturas han sido llevadas a cabo de forma organizada y bajo las órdenes y el conocimiento de altos mandos del Gobierno, y que, por tanto, podrían constituir crímenes contra la humanidad. Asimismo, las similitudes entre las distintas provincias y momentos de la revuelta indican que existe una pauta de tortura, con más de 30 métodos diferentes.

Represión de los detenidos
El calvario de los detenidos empieza en el momento del arresto. Los golpes siguen mientras son trasladados a los centros de detención, donde pueden permanecer días a la intemperie, desnudos y sin un abogado. No se les permite contactar con la familia, ni ir al lavabo y se les alimenta de forma pobre e insuficiente. Los abusos más horribles son puestos en práctica durante los interrogatorios, cuando es común que a los detenidos se les mantenga atados y suspendidos por encima del suelo durante horas. También es frecuente el uso de descargas eléctricas y la violencia sexual. Muchas víctimas fueron violadas u obligadas a presenciar la violación de otros presos.

Amnistía Internacional asegura que el grado de tortura en Siria ha alcanzado los niveles de los años setenta y ochenta, cuando Hafez al Asad, padre del actual presidente, aplastó a sus oponentes de forma brutal. En aquel entonces, Hafez acabó con una rebelión popular en Hama, arrasando literalmente la ciudad, al igual que está haciendo ahora su hijo en varios puntos del país.

Las fuerzas del régimen están retomando a sangre y fuego la provincia de Idlib, uno de los bastiones de los rebeldes desde el principio de la revuelta, donde ayer morían 30 personas. La ofensiva del Ejército ha seguido también en Homs contra las últimas bolsas de resistencia, después de que la ciudad fuera reconquistada por Asad a principios de este mes tras semanas de bombardeos. Así, la denominada Siria «libre» es cada vez más pequeña y débil.

La violencia se intensificaba ayer también en Deraa, donde se hubo duros enfrentamientos entre las tropas gubernamentales y el Ejército Libre de Siria, en los que murieron 5 personas. Al menos 60 fallecían en todo el país, que se dispone a marcar un año del comienzo de la revolución sin muchas victorias que celebrar. Se cree que pocos se atreverán a salir a la calle en las manifestaciones convocadas desde hoy hasta el próximo día 18 para el aniversario de la revolución, por miedo a la represión, que se va recrudeciendo, y se teme que sea todavía peor a medida que el régimen retome el control de las zonas «liberadas», donde los rebeldes pierden fuerza y control, tanto sobre el terreno como en el ámbito político. Dos miembros del Consejo Nacional Sirio (principal órgano de la oposición en el exterior) lo abandonaban ayer por considerarlo poco democrático.

Al mismo tiempo, la ONU también advierte de que tras un año de conflicto, un millón y medio de sirios están en riesgo de hambruna, sobre todo en las zonas más afectadas por la violencia: Hama, Deraa, Homs, Idlib y Damasco.

 

Irán asesoró al «rais»
Bachar el Asad, recibió consejos de Irán acerca de cómo manejar las protestas. Así aparece en la serie de emails a los que ha tenido acceso el diario «The Guardian». Se trata de miles de correos entre Asad y su esposa. Según estas comunicaciones, el líder sirio también fue informado de la presencia de periodistas extranjeros en el barrio de Bab Amro de Homs, donde hace unos días fellecieron dos reporteros.