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Frontalizados

La mayoría de los políticos que nos han gobernado en los últimos años parecen frontalizados 

La Razón
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La alerta me la dispara un amigo mío, médico internista: la duquesa de Alba –me dice– tiene un comportamiento típico de una personal frontalizada.
–¿Y esto qué es? –le pregunto–.
–Un tipo de trastorno senil que se produce cuando se actúa con la parte frontal del cerebro, esa que te permite mantener la memoria y otras capacidades pero que te impide tener sentido del ridículo, porque los laterales del cerebro están mal regados –me explica–.
¡Agarrémonos! –pienso–. ¡Nada de trastorno senil, España es un país de frontalizados! Sólo hay que leer las «Lágrimas socialdemócratas», el libro publicado por mi colega Santiago González, para caer en la cuenta de que la mayoría de los políticos que nos han gobernado en los últimos años parecen frontalizados, como si tuvieran mal regado el cerebro y no conocieran el sentido del ridículo. Sólo así podemos explicar que un presidente del Gobierno con cinco millones de parados idealice una hamaca para desde ella contar nubes. O que pueda pronosticar sin rubor que estamos en la «Champions League» de la economía, y que vamos a superar a Alemania en renta per cápita en dos años. Sólo de este modo podemos explicar que un presidente del Congreso deje abiertos los micrófonos cada vez que añore un titular, y que monte un festival en su toma de posesión con Raphael, Concha Velasco y Antonio Gala, entre otros, sin desmayarse.


Por voluntad de Zapatero, hemos disfrutado en la política de aparentes frontalizadas, por su nulo sentido del ridículo. Si tuviera que elegir no sabría a quién puntuar mejor en el ramillete que componían Carmen Calvo, la que dijo medir su calidad de vida por el tiempo que pasa en el cuarto de baño por las mañanas; María Antonia Trujillo, quien, siendo ministra de la cosa, llamó «irresponsables a aquellos que piensan que en España existe una burbuja inmobiliaria que bajará el precio de la vivienda»; Leire Pajín, la que nos alertó sobre que «el PIB es masculino, claramente masculino», y Bibiana Aído, quien nos clasificó en «miembros y miembras». De aquella época tan jugosa son los «brotes verdes» de Elena Salgado, o aquella frase de Corbacho de que la «crisis financiera debería estar finiquitada en dos meses». Mi amigo médico me habría vuelto a explicar eso del riego lateral del cerebro temiendo que pudieran acabar bailando en la calle, en el día de su boda...


La frontalización, pues, es un hallazgo, para explicar las frases de la política, la economía, el deporte o la televisiva fauna nacional, que lidera la admirada por tantos Belén Esteban.
Con este panorama, ¿cómo explicar que un hombre con tanto sentido del ridículo como Mariano Rajoy vaya a ganar abrumadoramente las elecciones? ¿Qué nos está pasando? Sólo hay una respuesta: el termómetro de la hartura por las sandeces nacionales, está visto, ha alcanzado el rojo vivo.