Energía eléctrica

Oh mis bombillas

La Razón
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Como casi toda la ciudadanía, tengo una deuda un poquito menos gorda que la de Ferrovial, por lo que me va bien cualquier plan de ahorro que proponga nuestro Gobierno de progreso, que si es capaz de ayudar a sanear las cuentas de Grecia qué no podría hacer con las mías. Por eso cuando el ministro Sebastián empezó a regalar bombillas de bajo consumo, me sumé a la iniciativa con el entusiasmo de las «barishnyas» de ayer y hoy. No sé si lo leí en el «Komsomolskaya Pravda» o en el Hola, no me acuerdo porque desde que soy progre tengo muchas cosas que reivindicar y ya no me fijo tanto como antes porque si lo hiciera no daría abasto. El caso es que me entró, entero y verdadero, el eslogan de «bombilla de bajo consumo, barata-barata, ecológica y de progreso, para la ciudadanía responsable que sabe que sus enchufes pueden salvar el mundo», y me apunté a la tendencia. Cambié todas las bombillas de casa, que eran de esas normales y de módico precio porque se las compraba al chino –siempre «open», por cierto– de la esquina. Y adquirí bombillas de bajo consumo que cuestan un pastarral. Como muy burguesas de precio, las puñeteras bombillas, pero bueno. También poseo dos que me regaló el ministro Sebastián, como a toda la ciudadanía restante. Ya me hubiera gustado a mí tener la contrata del fabricante, oyes, porque se debe haber puesto contentísimo de los balances siendo proveedor del Ministerio. Y ayer voy y me entero de que las bombillas dichosas tienen más peligro que mi madre con «mi» tarjeta de crédito en una tienda de Punto Roma. Que parece que emiten radiofrecuencias biológicamente dañinas, radiaciones ultravioletas peligrosas en distancias cortas y que llevan mercurio –sustancia tóxica y cancerígena– con el riesgo que eso supone en caso de rotura, sin olvidar los problemas que ocasiona su reciclaje. Existen serias sospechas de que esas radiaciones y su centelleo –producto de las altas frecuencias generadas– pueden provocar migrañas, fatiga, confusión, vértigo, zumbido en los oídos, problemas en los ojos, náuseas e irritaciones de la piel (todos los síntomas que tengo yo desde que soy progre, y desde que tengo las bombillas), que el mercurio es tóxico y muy peligroso cuando se libera. Y sí, ya sé que estamos luchando revolucionariamente por liberarlo todo, pero lo del mercurio es que no lo veo… Y estoy muy confundida.