Nueva York

CRÍTICA DE CINE / «Salidos de cuentas»: Novela picaresca de bolsillo

Director: Todd Phillips. Guión: A. R. Cohen, A. Fredland, A. Sztykiel, T. Phillips. Intérpretes: Robert Downey Jr., Zach Galifianakis, Michelle Monaghan. Duración: 100 min. USA, 10. Comedia.

 
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La comedia de Judd Apatow ha sabido captar las esencias de esa amistad masculina teñida de celos y rivalidades, que se desarrolla casi como una historia de amor homoerótica pero sin sexo, donde el peterpanismo de los personajes y su incapacidad para adaptarse a los rigores de la madurez son la génesis del humor. Todd Phillips puede considerarse un satélite cercano a la órbita de Apatow, sobre todo con películas como «Aquellas juergas universitarias» y «Resacón en Las Vegas», que resultaban de la amplificación casi épica de las preocupaciones temáticas del cine de Apatow. Tanto el director de «Supersalidos» como el de «Viaje de pirados» no se atreverían a negar la influencia del gran pilar de las comedias de instituto, John Hugues, cuya tendencia al arrebato melancólico en su retrato de la adolescencia anunciaba la incomodidad de esta pandilla de machos alfa que no acaban de sentirse cómodos en la piel de la edad adulta.

La más adulta de las películas de Hugues, «Mejor solo que mal acompañado», es la obvia referencia de este «Salidos de cuentas» en la que, como en aquella, dos seres antitéticos tienen que soportarse a duras penas para cruzar América en tiempo récord. La forzada alianza entre un arquitecto (Robert Downey jr., particularmente contenido) que llega tarde al nacimiento de su propio hijo, y un fumeta (Zach Galifianakis) que lleva a cuestas las cenizas de su difunto padre es el cemento que ensambla esta episódica comedia de opuestos. La soterradísima tristeza de la película de John Hugues ha desaparecido por completo de la versión de Todd Phillips, que se deja llevar en algún momento por el sentimentalismo para crear una cierta empatía por los personajes –sobre todo, por el de Galifianakis, adicto a la catástrofe– pero que, en general, prefiere explotar la chirriante química entre polos que se atraen y se repelen, transformando esta «road movie» en una novela picaresca de bolsillo, tan previsible como hilarante.

No faltan los gags zoófilos –los perros también tienen su libido– que aplaudirían los mismísimos Farrelly, y Galifianakis sabe pulsar todas las teclas que sacan de quicio cómico su relación con Downey, jr., pero la película funciona mejor por partes que en su totalidad. Al fondo a la izquierda está la madurez que nos espera, pero, al contrario que en «Resacón en Las Vegas», el horizonte del «status quo» no provoca temblores. Quizá porque «Salidos de cuentas» no es nada más que lo que vende su superficie: una «buddy movie» sin otro subtexto que la risa tonta.


Las amigas de ellas son mis amigas
Aunque es un género bastante menos fecundo que el de las películas de colegas, también las confesiones entre féminas han tenido su espacio en la pantalla, son las llamadas «girly movies». Podríamos decir que su título fundacional es «Thelma y Louise» (1991), aunque después el género se escoró hacia la comedia y llegó a su culmen con «Sexo en Nueva York». Por el camino encontramos desde una adolescente Brittany Murphy como una de las mejores amigas de la protagonista de «Fuera de onda» (1995) o las preocupaciones de una adolescente en Beverly Hills. De ese mismo año es «Amigas para siempre», en la que cuatro íntimas (entre ellas Demi Moore y Melani Girffith) se reúnen 20 años después. Más reciente es «Colgadas» (2000) en la que tres hermanas se pasan el día como casi todas las chicas, al teléfono. Susan Sarandon volvió al género junto a la rubia Goldie Hawn en «Amigas a la fuerza» (2002), una pareja de hermanas con un pasado y un futuro en común. En otra clave dramática se mueve «Quiero ser como Beckham». Aquí, una chica india, marginada por una afición al fútbol que lleva en las venas, se integra en un equipo femenino.