Francia
Cañizares: «Hay quien se empeña en que la Europa de los valores desaparezca»
El cardenal Antonio Cañizares pudo decirlo más alto pero no más claro. Hace falta más Europa, sí, «pero no la Europa de los mercaderes», sino aquella en la que se inspiraron los padres fundadores cuando en los años cincuenta del siglo pasado comenzaron a edificar uno de los más bellos edificios conceptuales jamás imaginado por el ser humano, que no es otro que el sueño de Europa, y que hoy está seriamente amenazado.
El mensaje de Cañizares fue meridiano. Hay que caminar hacia una verdadera unificación ligada a los valores morales, una Europa que no se asiente sólamente en las reglas de la economía, porque «la vía exclusivamente económica, en lugar de unir, está enfrentando y distanciando, está generando desconfianza entre unos países y otros».
Cañizares no utilizó el discurso de los líderes políticos del momento, que piden una mayor unión fiscal y bancaria. El cardenal reivindicó el concepto de una Europa cultural basada en una comunidad de naciones y regida por los principios del cristianismo. «Los padres de Europa –dijo– no querían una Europa meramente económica, una Europa de los mercaderes. No hay que olvidar que su idea surgió después del desastre de la Segunda Guerra Mundial. El fundamento de aquella idea europea era salvar Europa por sus raíces cristianas, por su raíz cultural griega, que es la raíz de la razón, y por el derecho romano. Todo esto estaba en la base, pero parece que ahora se ha olvidado, porque parece que sólo importa la vertiente económica. Y así, desde luego, no habrá una verdadera unificación de Europa».
Cañizares dio un paso más allá cuando afirmó que «hay personas y poderes empeñados en que Europa, con los valores que la sustentan, desaparezca». El cardenal criticó que el proyecto primigenio que nació en la segunda mitad del siglo pasado, basado en los valores y en la unión de las naciones, haya sido abandonado. «¿Se puede avanzar en el progreso cuando no se avanza sobre la verdad, cuando se establece un relativismo tan tremendo como el que nos atenaza y que rige la economía?».
Cañizares defendió que la Europa fundamentada en una concepción de la vida estrictamente material, aquella que olvida los principios morales, está condenada al fracaso. «Esa mentalidad con la que se ha vivido todos estos años de derroche, de despilfarro, de consumo, que en el fondo era simplemente buscar el bienestar por el bienestar, se ha extendido por toda Europa, da igual que uno vaya a Italia o a Francia. Se ha creado un desarrollo que no se asentaba en las bases del bien común, y si se dan cuenta, ésta es una de las expresiones menos utilizadas ahora mismo en nuestra sociedad».
Europa, añadió Antonio Cañizares, «no tiene futuro si su desarrollo se produce en contra del hombre y de la dignidad humana, en contra de la verdad». A su juicio, «necesitamos una nueva economía y una nueva Europa al servicio del hombre, de la familia, de los últimos; siempre al servicio de que el hombre se realice a través de un trabajo digno, siempre, en definitiva, al servicio de aquellos aspectos fundamentales que son los que sustentan toda realidad social».
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