París

Galliano se libra de la cárcel

Veredicto: culpable. John Galliano fue condenado ayer por la Justicia francesa a 6.000 euros de multa por injurias públicas de carácter racista y antisemita proferidas en dos ocasiones: a finales de 2010 y a principios de este año. Aunque en realidad el modisto británico no tendrá que ejecutar su pena, exenta de cumplimiento a menos que en los próximos cinco años tenga la tentación de reincidir.

Galliano acudió al juicio en junio
Galliano acudió al juicio en juniolarazon

Los magistrados se mostraron ayer clementes con el acusado, que no acudió en persona a conocer la sentencia «para evitar la confrontación con los medios». Pese a los diez mil euros solicitados por la Fiscalía, el juez se avino a imponerle la sanción mínima, ahorrándole de paso los 22.500 euros y hasta seis meses de prisión que contempla el Código Penal para este tipo de delito. Y es que la Corte no pudo por menos que tener en cuenta las excusas públicas de Galliano durante su proceso, su propósito de enmienda –una doble cura de desintoxicación por alcohol y adicción a los antidepresivos y otros barbitúricos–, además de un inmaculado expediente judicial que ahora, por cierto, ya tiene su primera mancha.

Pena simbólica
No obstante, el «ex» de Dior deberá compensar a cada una de las tres víctimas y las cinco asociaciones contra el racismo que se personaron como acusación particular con un euro simbólico por daños y perjuicios, además de correr con las costas del proceso: una factura de 16.500.

Su frágil estado de salud, deteriorado por la embriaguez crónica y su adicción a ciertas sustancias, habrían convencido al juez de que Galliano no es un racista o antisemita practicante y que lo suyo fue más un acto incontrolado de provocación.

Al final el peso de la Ley ha caído sobre él, aunque la de los tribunales no será su peor condena. Como era previsible, Galliano ha escapado a los barrotes pero no a la pena del «telediario», la del escarnio público que supone el paseíllo camino del banquillo ante centenas de cámaras y millones de ojos, y la humillación de ser fulminantemente despedido de Dior y de la firma que lleva su nombre. Eso sí, un parado de lujo que todavía no tiene quien le contrate pero que ha diseñado el vestido de boda de su amiga Kate Moss este verano y que asegura haber iniciado su «rehabilitación creativa».