Los inolvidables de César VIDAL: «El Ramayana»

Antes, cuando se estudiaban estas cosas, se afirmaba que en la Historia universal sólo existían cuatro epopeyas. Dos se las debíamos a Homero –Ilíada y Odisea – y otras dos a autores indios: Mahabharata de Vyasa y Ramayana de Valmiki. Supongo que esa excepcionalidad fue la que me llevó a buscar el Ramayana con enorme perseverancia durante años. Su primera lectura me mostró un mundo maravilloso en el que Rama – un dios indio – intentaba liberar a Sita, su esposa, de Ravana, el malvado rey de Ceilán y para ello contaba con la ayuda inestimable del rey de los monos.

El Ramayana es, pues, como su propio nombre indica, el viaje de Rama, un viaje que nada tiene que envidiar al de los aqueos mandados por Agamenón camino de Troya o al de Odiseo de regreso a Ítaca. Sin embargo, si aquella lectura me pareció especialmente sabrosa en los inicios de la adolescencia, siempre he encontrado algo nuevo al regresar a sus páginas ya leídas en sánscrito. Quizá lo más revelador – y, a la vez, inquietante – haya sido descubrir que Rama no fue sino un caudillo ario que acometió la tarea de someter a su poder la única parte de la India que todavía estaba poblada por sus habitantes primitivos.

Grandiosa historia
Como tantos invasores posteriores, incluidos los ingleses, Rama recurrió al expediente de dividir a los indios para dominarlos mejor. Pactó así una alianza con los negros del sur del subcontinente y apoyándose en ellos asaltó Ceilán. La Historia sería encomiásticamente generosa con los vencedores arios, creadores, entre otras estructuras, del sistema de castas y de la religión védica. Rama acabó convertido en dios –el mismo que invocó Gandhi en el momento de ser asesinado– y los pobres negros se transformaron en el relato en monos. Con todo, si uno consigue elevarse por encima de la base real y cruenta que sirvió de base a la epopeya, se encuentra, sin duda, con una de las creaciones más grandiosas que ha dado la Historia de la literatura universal, un relato repleto de esas pasiones – el amor, la amistad, el riesgo, la venganza, la guerra… – que tanto seducen a los mortales.