Ferias taurinas

Así se torea Morante

 Vistalegre. Segunda de la Feria de Invierno. Se lidiaron toros de Núñez del Cuvillo, anovillados de presentación. Bueno el 5º. El 6º premiado con la vuelta al ruedo. El resto, de poco fondo. Casi tres cuartos de entrada. Juan Mora, de azulón y oro, estocada caída (saludos); estocada (silencio); estocada, descabello (oreja) en el de regalo.Morante de la Puebla, de verde y blanco, estocada trasera (saludos); pinchazo, estocada (dos orejas).El Cid, de malva y oro, estocada (silencio); estocada buena (dos orejas).

Morante de la Puebla y El Cid salen a hombros ayer en Vistalegre
Morante de la Puebla y El Cid salen a hombros ayer en Vistalegrelarazon

Adormecido el cuerpo, expectante el alma, a medio camino ya de la desilusión. Habíamos ido a Vistalegre a ver una corrida de toros, cartelazo, y por toriles salían animales que por terciados parecían novillos. No más. Ahí estábamos, casi atascados en ese limbo. En el limbo del recuerdo. El que nos había dejado la muerte de Pepín Martín Vázquez. Para muchos un mito mil veces admirado en «Currito de la Cruz». Y una belleza para la expresión del toreo.

A la mayoría del público, que percibía la tomadura de pelo por el tema del cuajo de las reses, le dio por calentarse. Pero el calentón pasó a emoción en un segundo. El que tarda en prenderse la mecha del toreo, cuando se torea con mayúsculas. Si Morante comienza así la temporada en Vistalegre, prometo hacer campaña de peregrinación para seguirle. Era el quinto, que por no ser malo hasta fue bueno, pero el nombre «Asesino» tenía guasa y hasta veneno. ¿A quién se le ocurre? Se encajó pronto Morante para torearlo por el pitón derecho. Y según avanzaba la faena, mejoraba la cosa. Nos embelesó poco a poco, hasta meternos en la faena sin que nada más en el mundo existiera. Y cuando creímos que no había más. Ahí llegó, ¡pumba! una tanda diestra: per-fec-ta. Despacio, templadita, a ralentí, para que el ojo lo viera todo antes de perderse en el delirio de la emoción. Lo del izquierdo resultó más de trabajito. Qué arte. Qué bonito, los olés, arrancados del pecho, como los naturales. Lío gordo. Toreo bonito. Faena inspirada. Que viva Morante. Y ese final, de mitad de la plaza para dentro, a dos manos. Nos entregó lo mejor de la tarde: un homenaje íntimo a Pepín Martín Vázquez.

 

Apoteósico comienzo
Apotéosico fue también el comienzo de faena al segundo, aunque al toro le faltó después un tranco para completar faena. El Cid se llevó un gran toro, premiado con la vuelta al ruedo. El sexto. Un Cuvillo de bandera. Arrastraba el morro, iba antes del cite en la distancia y no tenía miramientos para la entrega. De más a menos se fue El Cid, en un trasteo lleno de suavidad y plasticidad. De reiterativo se quedó la cosa en mucho menos de lo que debía. Y las dos orejas tenían otro sabor. De ahí que fueran protestadas. Abrevió con el mansurrón tercero, con el que no encontró acople.

Juan Mora hasta regaló un sobrero, con el que hizo el esfuerzo en un arrimón propio de quien empieza. El toro se aplomó. Apuntó cosas bonitas con el primero, que se dejó, y se dilató con el otro de pocas opciones. Se hacía tarde, sí, ¡qué diablos! se había quedado buena tarde.