Rusia
Lucha de clases por Cristina López Schlichting
Funciona, es increíble, pero ochenta años después la propaganda de entreguerras sigue funcionando. Esa caricatura del empresario gordo, con puro y chistera, que tuvo tantas variantes en los años 30, caló tan hondo que sus raíces reverdecen aún. En la Alemania nazi representaba al capital judío, al barbudo con sombrero aliado con el extranjero explotador, que cobraba las deudas de la Primera Guerra Mundial. En la Rusia soviética, al terrateniente antibolchevique, muchas veces judío también. En la España del Frente Popular, al empresario rijoso aliado con el cura tripón. Se trataba de compartimentar el mundo en buenos y malos; santos obreros explotados y corruptos ricos explotadores. Era la división marxista de la sociedad en dos clases destinadas a matarse entre sí para permitir el advenimiento del paraíso y el hombre nuevo. Yo creía que semejante simpleza había sido superada. Que Stalin y Hitler demostraron que la revolución llevaba al «lager» o al gulag. Que el Tercer Reich y el Soviet probaron que el obrero en el poder puede ser tan malo como el peor amo. Que habíamos aprendido que ser emprendedor o trabajador por cuenta ajena era la opción libre del ciudadano moderno y no garantiza resultados morales. Que existieron empresarios como Schindler, curas heroicos como Maximiliano Kolbe, monjas carmelitas asesinadas en Auschwitz como Edith Stein y demasiados muertos en la Guerra Civil en los dos bandos. Pues no. Sigue funcionando el estereotipo. Por eso Toxo explica que los trabajadores inocentes están pagando en esta crisis los desmanes de los poderosos malvados. Tomás Gómez dice que los abuelos de los del PP empobrecieron a los obreros del pasado y sus nietos empobrecen hoy a los trabajadores. Y una manada de violentos ataca un colegio de salesianos. Qué fácil es señalar culpables y sembrar odio. Qué sencillo aventar espectros para apearse de la propia responsabilidad. Durante años, muchos trabajadores liberales han cobrado en negro. Fontaneros y albañiles han escamoteado el pago del IVA, todos hemos hecho chistes sobre el fraude a Hacienda, hemos contraído deudas por encima de nuestras posibilidades y aprovechado cursos sindicales para ausentarnos del trabajo. Nadie protestó cuando se emprendían fabulosas obras públicas inútiles, se pagaban subvenciones, se cobraban comisiones, se contrataba a dedo en las empresas públicas. España se ha arruinado gracias a gobiernos irresponsables, es cierto, pero con la preciosa colaboración de todos. Que levante la mano el que no ha celebrado comuniones como bodas y bodas como recepciones diplomáticas. Quien no haya viajado dos veces por año. Quien no haya pagado a crédito. Queda un largo camino para aprender a ahorrar como nuestros padres, pagar en efectivo como nuestros abuelos, vivir austeramente como los mejores. Y supongo que es más duro que irrumpir en las calles con banderas, asaltar, gritar y ofender. Las raíces del rencor viejo siguen vivas y es mejor cultivarlas que sembrar cosas nuevas.
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