Afganistán

Análisis del debate por Inmaculada G de Molina

A trece días de que los españoles depositen sus papeletas en las urnas, Alfredo Pérez Rubalcaba no consiguió ayer su propósito en el único cara a cara que se celebrará en esta campaña electoral. El candidato socialista no convenció al 30% de electores indecisos que, según el CIS, aún no sabe a quién confiará su futuro en los próximos cuatro años. Una campaña apagada y la herencia de siete años en el Gobierno le pesaron como una losa durante el debate televisivo.

La Razón
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Madrid- Con puntualidad cuasi germánica, Rajoy y Rubalcaba, que se estrenó ayer en el arte de los debates, entraron al improvisado plató por la Academia de Televisión en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid, escenario elegido para el pulso dialéctico. Ambos oponentes políticos comenzaron sus intervenciones con un recuerdo al sargento primero Joaquín Molla asesinato en Afganistán. Por unos segundos, dejaron a un lado su contienda y dieron sus más sentido pésame a sus familiares. Fue, junto con el fin de ETA, la única cuestión que les unió. A partir de ahí la crisis económica, con cinco millones de desempleados de telón de fondo, se convirtió en el arma arrojadiza durante todo el cara a cara.

Rubalcaba, nervioso y crispado, intentó acorralar sin excesivo éxito a Mariano Rajoy, que mostró, en todo momento, una mayor tranquila y temple. Con unas encuestas adversas, que le aventuran un complicado devenir político, Rubalcaba arriesgó y perdió. Recurrió a una estrategia de ataque equivocada, en la que dio por descontado, en cada una de sus intervenciones, que enfrente suyo se sentaba el nuevo presidente del Ejecutivo central.

Réplica tras réplica, concluyó con una interpelación a Rajoy, dando por hecho que los españoles lo convertirán el 20-N en el nuevo inquilino de La Moncloa. «Cuando llegue al Gobierno, ¿recortará el seguro de desempleo? ¿Los españoles pagaremos los activos malos de los bancos? ¿Privatizará la sanidad y la educación? ¿Dejará fuera a las pymes de la negociación colectiva, como quiere la CEOE?...» se interesó el aún candidato socialista como si ocupara ya la bancada de la oposición en el Congreso de los Diputados.

Así se esforzó, sin lograrlo, en intentar que el líder popular dejará al descubierto los recortes que adoptará, en su opinión, en pensiones, sanidad, seguro de desempleo... cuando sea investido presidente. «Si dijera lo que está pensando...», le espetó. Y Rajoy, al que los sondeos otorgan una mayoría absoluta holgada, recogió el guante y dijo lo que estaba pensando. En primer lugar, remarcó el pasado del adversario. Para que los espectadores no se olvidaran de su paso por el Gobierno, el dirigente popular, sin querer o, tal vez, queriendo, cometió, en dos ocasiones, un pequeño desliz al llamar a su contrincante político «Rodríguez Zapatero». En tono jocoso, rememoró para justificar su lapsus su enfrentamiento tres años antes en el mismo escenario con el todavía presidente del Ejecutivo central.

Precisamente, la estancia de Rubalcaba en el Ejecutivo de Zapatero fue el argumento que esgrimió para sacudirse de encima las acusaciones que le reiteró a lo largo del debate de ambigüedad calculada a la hora de exponer sus propuestas y reformas.

La herencia de cinco millones de parados planeó sobre la cabeza del ex vicepresidente del Ejecutivo, que intentó reanudar el debate, tras un breve descanso de diez minutos, con un tono más amable. Enfrente un humilde candidato popular aprovechó la ocasión para presentar su Plan con mayúsculas para cuando llegue a La Moncloa. Se mostró, en todo momento, previsible. Mientras, su oponente recurrió a la improvisación para rebatir la factura dejada por el actual Gobierno.

Con el pasado presente, el candidato socialista intentó sacudirse su responsabilidad en los cinco millones de parados actuales y echó la mirada atrás para culpar al Ejecutivo de Aznar de parte de la actual crisis por crear una burbuja inmobiliaria sin precedentes en la democracia. Con una ristra de datos bajo el brazo, Rajoy rebatió la acusación, al puntualizar que en 2006 se creó el mayor número de viviendas de la historia de la democracia, más de 700.000.

Justicia, ausente
Cansado por los continuos ataques del adversario y por su agresividad en el verbo, sólo perdió las formas en un momento de tensión, en el que llamó «mentiroso» a Rubalcaba ante sus acusaciones de que recortaría las prestaciones por desempleo y dejaría a las pymes al margen de la negociación colectiva. «Ustedes son maestros de decir una cosa y hacer la contraria», rebatió Rajoy, en clara alusión a los bandazos dados por el Gabinete de Zapatero en estos años primero negando la crisis y luego equivocando la estrategia a seguir.

Pese a los continuas interrupciones, que provocaron la intervención del moderador del debate, Manuel Campo Vidal, ambos dirigentes se mostraron dispuestos a caminar por la misma senda en el fin de la organización terrorista ETA. Ambos dirigentes pasaron de puntillas por el cese definitivo de la violencia decretado por la banda terrorista, sin menciones expresas al avance que las encuestas reflejan para Amaiur, la coalición con la que concurrirá a las generales la izquierda abertzale.

La corrupción fue otra de las cuestiones que tampoco abordaron los candidatos de ambas formaciones nacionales. El «caso Campeón» no salió a relucir, tal y como prometieron los populares, pese a la supuesta implicación del ministro de Fomento, José Blanco, en el cobro de comisiones irregulares. La Justicia fue la gran asignatura que quedó en el tintero. Ambos dirigentes terminaron como comenzaron, con un apretón de manos, como si los momentos de tensión vividos minutos antes no fueran con ellos.

 

LA LUPA
«Usted es el señor Rodríguez Rubalcaba»
El líder del PP, Mariano Rajoy, se dirigió al candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, como señor «Rodríguez Rubalcaba» hasta en dos ocasiones en el debate. Rubalcaba abrió el debate sobre economía y en la primera réplica de Rajoy, éste se dirigió a su contrincante como «señor Rodríguez Rubalcaba», lo que arrancó una sonrisa al socialista. El líder del PP explicó que le recuerda a Zapatero «porque han hecho exactamente las mismas políticas en estos cuatro años, usted es el señor Rodríguez Zapatero», indicó Rajoy.