Golpe de estado
Clamor por el fin del coronel
Después de la oración del mediodía del viernes, el día sagrado musulmán, decenas de miles de personas volvieron a tomar la plaza Midan, rebautizada como la de los Mártires, en Tobruk por la muerte de más de un millar de libios durante las manifestaciones que comenzaron el 17 de febrero para derrocar al dictador Muamar Gadafi
Al grito de «el pueblo quiere acabar con el régimen», los manifestantes alzaban sus brazos con los puños cerrados o con los dedos estirados en señal de victoria. En primera fila, el coronel Fathi Ragab Mousad, de 66 años, acalorado, alzó su voz para pedir la salida inmediata del intocable coronel. Ragab conoce bien a Gadafi, pues luchó junto a él en la revolución del 69 para derrocar al monarca Sonosi. «Gadafi prefiere morir luchando antes que perder su poder», aseguró el militar prorrevolucionario.
El Ejército no le ha perdonado que «disparara en la cabeza a un oficial» por no seguir sus órdenes de «atacar a civiles» y después, «arrojara el cuerpo en la calle», en el centro de Trípoli, a vista de todo el mundo, para «intimidar a los militares», relató Ragab. Gadafi ha pagado a mercenarios para que hagan el trabajo sucio, porque «ya no tiene la lealtad del Ejército». «Ahora», continuó, «nos ha ofrecido mejoras salariales, mejores puestos militares para que sigamos a su lado».
«Es demasiado tarde para el pueblo libio, que se vaya ahora. Nos hemos cansado de esperar durante 45 años y no ha cumplido ninguna de sus promesas», asintió el militar. Gadafi siempre ha desconfiado de su Ejército, porque «sólo los miembros de su famila y algunos círculos castrenses leales se beneficiaban del régimen», explicó Ragab que sirve al país desde hace 52 años y gana 700 dinares libios (560 dólares) al mes.
La única bandera que jura el Ejército es la de 1953: la tricolor de la independencia. El rojo representa la revuelta de las camisas rojas contra el protectorado italiano. El negro, al Ejército del rey Sonusi y el verde, las esperanzas de la Libia independiente. En la plaza Midan no queda ningún símbolo de la dictadura de Gadafi. El edificio de los todopoderosos servicios secretos ha sido incendiado, así como los tres monumentos del «Libro Verde» han sido destruidos y el Banco Nacional de Inversión y Comercio.
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