Presidencia del Gobierno

El distinto rasero de Rubalcaba

La Razón
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El secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, pidió ayer tiempo a sus compañeros y a sus antiguos votantes, hoy refugiados en la abstención y el desapego, para culminar el trabajo encomendado de devolver al socialismo español su condición de alternativa de Gobierno. Se justificó Rubalcaba en que sólo han transcurrido ocho meses desde que fue elegido como cabeza del partido en un congreso «democrático y autónomo», y en las especiales dificultades del momento, «enfrentado a un calendario electoral terrible» y reconociendo que su formación había perdido la confianza de los ciudadanos. Si aceptamos el planteamiento de Rubalcaba de que necesita más tiempo y apoyo para reconducir la situación, algo en lo que no coinciden las numerosas voces socialistas que exigen «para ya» un nuevo congreso interno y un nuevo liderazgo, cabría reprocharle el distinto rasero con el que ha medido la actuación del Gobierno que preside Mariano Rajoy. Un Gobierno que ni siquiera ha cumplido un año, enfrentado a un desafío «terrible», por emplear el mismo adjetivo utilizado por el secretario general socialista, y al que no sólo le han faltado los debidos apoyos de una oposición que tuviera sentido de Estado, sino que se ve acosado por la demagogia de los sindicatos populistas y de una izquierda embarcada en el radicalismo. Ni que decir tiene que de este escenario no ha sido ajeno el líder socialista, por más que se empeñe en transmitir una imagen de moderación. El PSOE ha jaleado las dos huelgas generales convocadas por los sindicatos y ha mantenido un rechazo frontal a negociar los ajustes imprescindibles para salir de la crisis. Item más: ha hecho campaña en el extranjero sembrando dudas sobre la confianza de los inversores. Su campaña electoral gallega, interfiriendo en la firma de unos importantísimos acuerdos industriales con la petrolera estatal mexicana Pemex, pasará a la historia del disparate. La ofuscación por oponerse a todas las iniciativas del Gobierno de Rajoy le ha llevado incluso a votar en contra de la estabilidad presupuestaria, pese a que fue el Gobierno socialista el que impulsó la reforma de la Constitución para fijar el límite del déficit. Por más que lo haya intentado, el secretario general del PSOE no puede ocultar que ha formado parte de ese Gobierno y que es corresponsable de la ruinosa situación económica actual. La gran ironía es que Alfredo Pérez Rubalcaba tiene razón cuando apela al poco tiempo transcurrido desde su elección como secretario general. Sí, ocho meses son muy pocos para que la ciudadanía olvide las consecuencias de las decisiones del Gobierno en el que él participó, su ceguera ante la crisis y sus despilfarros. No es de extrañar que pida más tiempo, justo el que niega a los demás.