Deuda Pública

40 grados por Pablo Vázquez

La Razón
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Es perfectamente comprensible que la gente esté perpleja. Los que nos dedicamos a seguir profesionalmente la vida económica de los países lo estamos; cuánto más los que simplemente la padecen. Esta semana contamos con un nuevo ejemplo de esta realidad que a todos nos supera.

Si hubiéramos preguntado solamente hace un mes, creo que ninguno hubiéramos anticipado que 72 horas antes de las elecciones generales la prima de riesgo del Reino de España se situaría en 500 puntos básicos. Dado que no hemos sido capaces de predecirlo, al menos pensemos un poco en lo que significa y en las consecuencias.

Una buena forma de entender lo que supone una prima de riesgo de 500 puntos básicos es pensar que es algo similar a superar los cuarenta grados de fiebre en un organismo adulto. El funcionamiento normal de todo el organismo comienza a resentirse seriamente; se producen mareos, confusión, que puede devenir, si continúa aumentando la temperatura en un coma, daños cerebrales y parada.

Algo similar es lo que ocurre con la prima de riesgo. Superada la barrera de los 500 puntos, resulta extremadamente difícil para la economía financiarse. El Estado tiene que cada vez más complicado poder hacer frente a sus obligaciones. En un momento en el que los gastos son superiores a los ingresos, como consecuencia de la crisis, resulta más difícil hacerse con ese dinero que nos cubra la diferencia. Todo el mundo es consciente de esta limitación y exige un premio mayor por prestarnos los recursos que necesitamos.

También las empresas y especialmente nuestras entidades financieras se ven seriamente afectadas por una prima tan elevada. Como la fiebre, afecta a todo el organismo.

¿Prestaría usted su dinero a una empresa de un país que los mercados consideran que no es del todo fiable? Hay unos cuantos motivos para pensar que sí, pero lo cierto es que se tiende a penalizar, aunque solo sean porque tienen la cartera llena de deuda española, a nuestras entidades financieras de bandera. Habitualmente la fiebre no es el problema, es el síntoma de que una infección ocurre en el organismo; pero llegada a una determinada temperatura la fiebre pasa a ser el problema y hay que hacer que baje como sea si no queremos que el daño sea irreparable.

Esta es la situación que se va a encontrar el ganador de las elecciones: un paciente con pirexia que requiere atención inmediata. No habrá días de gracia.

 

Pablo Vázquez
Director de Fedea