China
El señorío del Madrid
Un amigo mío, aficionado al fútbol, pero no forofo, catedrático de Derecho Internacional, tras el partido del Camp Nou, me mandó el siguiente mensaje: «No comprendo el interés de Florentino en que sus partidos se vean en China. A este Madrid lo mejor que le puede pasar es que no lo vea nadie».
Desgraciadamente, el Real Madrid, que perdió el partido y el oremus, fue protagonista del espectáculo deprimente que presenciaron millones de personas. El fútbol que practica el equipo, dotado de grandes jugadores, es impropio de la calidad de los mismos. Su entrenador los ha convertido en pendencieros, en individuos con reacciones que hacen de la violencia un sistema de juego.
«Mou» se ha ciscado en la historia del club siendo el modelo de lo que nunca fueron sus entrenadores. Mourinho ha echado por los suelos cualquier prédica de su presidente reclamando señorío. Nunca el Madrid había caído tan bajo. En la final de Copa del 1968, que ganó el Barcelona por autogol de Zunzunegui, unos descerebrados rompieron a pedradas los cristales del vestuario barcelonista. Cundió el pánico y don Raimundo Saporta se presentó ante los barcelonistas y les llevó hasta el autobús. Abrió la marcha y los jugadores pasaron en fila entre ultrasureños. La presencia protectora del vicepresidente madridista impuso la calma. Ése era el Madrid del señorío que en el Camp Nou únicamente defendió Florentino Pérez, quien se quedó en el palco hasta el momento de la entrega de la Supercopa.
Posdata. Casillas, al oculista.
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