Cataluña
Santiago Dexeus: «Soy español y no renuncio a mis costumbres catalanas»
DE CERCASantiago Dexeus es una catalán universal. Y se siente español, como tantos catalanes. «Lo que pasa es que los políticos lo están enmierdando todo con ese lenguaje populista que utilizan en tiempos de crisis y que es muy peligroso».
El Dr. Santiago Dexeus se encuentra en plena forma. Atrás quedan todos los desacuerdos con sus ex socios que le obligaron a abandonar la clínica que lleva su nombre. Desde hace tres años ya tiene un nuevo equipo funcionando y sigue dispuesto a demostrar que la medicina privada, «que antes sonaba como si fuese de segunda categoría», puede elevar el tono de la medicina.
-Usted siempre ha sido un gran defensor de la medicina privada ¿no?
-Desde luego. Piensa que la medicina privada representa dos millones y medio de euros del Producto Interior Bruto. Y son pues, entre 7 y 9 millones de usuarios que no concurren a la Seguridad Social ¿Te imaginas que tuviera un colapso?
-Sería terrible, desde luego. Y podría suceder si no existiera medicina privada ¿no?
Claro. Hay algo que hace muchos años, antes de esta crisis, yo siempre pensaba cuando veía cómo funcionaban los hospitales como el mío propio y era que la factura sanitaria no hay quien la pague, porque cada día hay nuevas prestaciones y nuevas necesidades a cual más cara.
-Desde que usted trajera al mundo al primer bebé probeta de España en el 84 las cosas han cambiado mucho. Ahora la mujer cada vez tiene más posibilidades de ser madre aunque retrase la maternidad…
-Sí pero a mí me parece muy mal porque no es un deseo de la mujer. La mujer querría tener a sus hijos cuando le diera la gana, a los 28 a los 24…, pero no a los 38; sin embargo existen y unas razones laborales y sociales que son absolutamente sexistas y realmente la discriminan de una forma lamentabilísima. La mujer sabe que cuando llega a solicitar un empleo la pregunta inmediata es: «¿Usted ha tenido hijos? ¿No? Malo…» Incluso a tu mismo nivel laboral, si preguntas, el investigador te dice que está encantado, porque tiene una mujer, y la investigadora está frustrada porque no ha tenido los hijos que quería.
-Por lo menos ahora las mujeres no tenemos tanta presión con el reloj biológico…
-Está claro que las leyes las hacen los hombres o son muchos más hombres los que opinan, y yo desearía que en todo lo que venga en el campo de la fecundación asistida se escuche a las mujeres y los hombres se callen. Si una mujer me viene y me dice: «Tengo cincuenta años y quiero tener un hijo. ¿Cómo puedo tenerlo?» Me parece perfectamente normal. A lo mejor hay que decirle que no puede tenerlo, por ejemplo porque no tiene útero, pero entonces le diría: pues vamos a hacer una maternidad subrogada ¿Por qué no? Si el ejercicio no es penoso para quien cede el útero….
-¿Y hasta qué años diría usted que es aceptable la maternidad?
-Bueno yo diría que hay que tener en cuenta que la esperanza de vida se ha prolongado. Pero no tanto ¿eh? Yo creo que los 55 ó 56 años es un límite ya algo durillo.
-Es un límite sólo para la mujer. El hombre puede tenerlos siempre que quiera y su esperanza de vida es incluso menor…
-El hombre tendría que plantearse el límite exactamente igual. Tendría que plantearse muchas cosas. Utilizar más el permiso paternal, por ejemplo, que aquí se utiliza muy poco. En España lo suele utilizar sólo la mujer y es mucho más corto que el de la media europea. Si fuéramos analizando la cantidad de hechos sociales que perjudican a la mujer y a los que no hacemos caso –la diferencia de sueldos, por ejemplo–, nos daríamos cuenta de que la mujer todavía está muy discriminada.
-¿Usted cree que la mujer debería poder decidir siempre?
-Siempre. En esta sociedad es muy frecuente la doble moral. Mira, hace unos años, un médico muy bueno en su especialidad en Paseo de la Habana, la primera clínica nuestra, me dijo: «Me voy a marchar de esta clínica porque me parece que tú vas a aceptar hacer abortos». Y yo le dije: «No lo voy a aceptar nunca, porque entonces esta clínica se convertiría en una clínica de abortos y se acabaría nuestra actividad científica y docente. Así que no lo haré, ahora, no me preguntes lo que pienso…
-¿Entonces cree que la mujer debe decidir en cualquier circunstancia?
-Sólo diría que en el caso de la mujer adolescente (no hay que olvidar que hay 11 millones de madres adolescentes) tendría que haber un soporte absoluto de los padres o de un consejero que fuera como un asistente social.
-¿Éticamente un médico pueden negarse a realizar un aborto?
-Sí, claro que puede. Lo que no debería suceder, como pasaba hace años, es que un médico se negase a recetar la píldora anticonceptiva en la Seguridad Social y en el privado la recetase tantas veces como quisieran.
-Usted siempre fue un gran defensor de la píldora. Hay quien piensa que con la píldora empezó la libertad de la mujer…
-Mira, mi primer empleo como residente (antes no se llamaba así, porque no existía el MIR) fue en una maternidad de madres que entonces se llamaban «solteras». Era un sitio frío, sin calefacción, donde se las trataba a patadas. Yo, que era un niño burgués, de familia acomodadísima, las veía allí solas y rechazadas por todos… A veces ni miraban a sus hijos ni los reconocían cuando no se los iban a quedar. Sabían que si los reconocían, irían al asilo, mientras que si no lo hacían, serían dados en adopción, y por eso muchas veces ni los miraban.
-¡Que historia más oscura, Santiago!
-Lo tengo todo escrito. De hecho estoy escribiendo un libro para Planeta… Esas madres solteras, además, si iban por primera vez, se les acogía en ese asilo a partir del sexto mes, pero si era la segunda, no podían entrar hasta el momento del parto y tenían que vagar por las grandes ciudades sin dinero, abandonadas…, así que mentían (y muchas veces los médicos, sencillamente, aceptábamos la mentira) y ocultaban que ya habían tenido otro hijo.
-Con lo cual, ya supongo lo importante que le parece la información y la anticoncepción… Pero ¿qué me dice de la píldora del día después?
-Pues que nunca se puede utilizar como un método anticonceptivo usual, porque además no sabemos qué efecto puede tener a largo plazo.
-¿Y de la menopausia?
-Que no se hable de «las menopáusicas» con ese tonillo desagradable, por favor. La mujer en la menopausia es una belleza. Lo que ocurre es que cuando la mujer está envejeciendo a veces tiene pudor a preguntar y no se atreve a decirte lo que le pasa. Yo tengo pacientes desde hace bastantes años en mi consulta que me quieren muchísimo, pero que han dejado de consultar conmigo porque su cuerpo era bellísimo y ahora no es tan bello.
-¡Pero si era su médico!
-Pero piensa que yo en Cataluña, sobre todo en Barcelona, que en un momento determinado fue un poco la meca de la libertad, tenía pacientes que eran una maravilla: actrices, o futuras actrices etc. Y entonces les da un poco de reparo y pasan una etapa que no vienen… Y luego vuelven…
-¿Pero usted ve si el cuerpo de una mujer es bello o no cuando lo está reconociendo?
-Jamás, yo nunca en mi vida. Si hubiese visto un cuerpo de una mujer hubiese dejado la especialidad inmediatamente.
-Va a abrir consulta en Madrid… ¿Viene aquí desde Barcelona como si viniera a otro país?
-No. Soy español. Y tengo mis costumbres catalanas a las cuales no puedo renunciar, pero a mí me encanta Madrid e irme, por ejemplo, a ver un Rayo Vallecano-Barcelona con mis cuñados, que son de ese equipo, madrileños y yo catalán… Tengo muchísimas pacientes de Madrid que van a Barcelona a consultarse conmigo, y no sólo las operadas de cáncer, que se entendería más, sino otras que simplemente vienen a hacerse su reconocimiento anual; por eso he decidido estar también en Madrid.
Personal e intransferible
Cuando hace apenas cuatro años Santiago Dexeus no pudo entrar en su despacho, porque sus ex socios y ex alumnos habían cambiado la cerradura, no pensó en jubilarse. Todo lo contrario: «Tengo un hijo, un nombre familiar con peso y la responsabilidad de conservar ese nombre y volver a los orígenes». El Dr. Dexeus, además, y no lo niega, es adicto al trabajo. Su obligación y su pasión son las mujeres. Las trata, sí, pero también las estudia, las protege y las escucha: «La confesión más difícil que he escuchado fue la una mujer que llevaba doce años siendo abusada por su padre». Y es que los ginecólogos no son psiquiatras, pero a veces lo parecen.
✕
Accede a tu cuenta para comentar