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El Papa denuncia los dramas de América Latina
LEÓN (MÉXICO)-En la gigantesca explanada del Parque del Bicentenario de León, situada en el centro geográfico de México y en las cercanías de la gigantesca estatua del Cristo Rey del Cubilete, más de 500.000 mexicanos participaron ayer en la misa presidida por Benedicto XVI. Durante el Ángelus, el Papa recordó algunos de los grandes problemas de México y de toda América Latina: la división y ruptura de las familias por la emigración, la pobreza, la corrupción, la violencia doméstica, el narcotráfico, la crisis de valores y la criminalidad.
Los mexicanos vibraron escuchando y viendo al Papa, quien se está dando en estos tres días en México uno de los mayores baños de multitudes de los viajes de su pontificado. Cruzando con el papamóvil las catorce hectáreas del Parque del Bicentenario, que conmemora la independencia de España del país latinoamericano, el Pontífice fue vitoreado y aplaudido por los presentes, muchos de los cuales habían pasado la noche en la explanada rezando. Durante el recorrido, Benedicto XVI se puso un sombrero charro que le regaló un grupo de artesanos. El gesto fue muy celebrado por los asistentes, quienes le decían el que se ha acabado convirtiendo en el lema de la visita: «¡Benedicto, hermano, ya eres mexicano!». En numerosas ocasiones también rugieron los presentes dando vivas a Cristo Rey.
Consuelo y fortaleza
El obispo de Roma habló en su Ángelus de la Virgen de Guadalupe, patrona de México y de toda América Latina. Hacia la Madre de Dios acuden los católicos «en busca de consuelo, fortaleza y esperanza» y la Virgen responde «invitando a estar con la fe y la caridad bajo su sombra, para superar así todo mal e instaurar una sociedad más justa y solidaria». Con esta convicción, el Papa puso bajo la protección de Nuestra Señora de Guadalupe a México y al resto de países de América Latina y del Caribe. Y, además, le pidió a la guadalupana que siga llamando al «respeto, la defensa y promoción de la vida humana y al fomento de la fraternidad, evitando la inútil venganza y desterrando el odio que divide».
Durante el saludo que dirigió al Papa antes de que comenzase la Eucaristía, concelebrada por 250 cardenales y prelados latinoamericanos y 3.000 sacerdotes, el arzobispo de León, José Martín Rábago, también habló de los difíciles problemas que afronta su país. Escucharon sus palabras el presidente, Felipe Calderón, su predecesor, Vicente Fox, y los tres principales candidatos a las elecciones que se celebrarán dentro de tres meses. También estaba entre los presentes Carlos Slim, el hombre más rico del mundo, quien acudió a ver al Papa y escuchar sus palabras junto a su familia.
Monseñor Rábago lamentó que en estos últimos años se hayan producido «acontecimientos de violencia y muerte» que han provocado entre los mexicanos una «penosa sensación de temor, impotencia y duelo». Entre las causas de esta situación citó la pobreza, la falta de oportunidades, la corrupción, la impunidad, los errores y limitaciones de la justicia. También habló de un cambio cultural que hace pensar que «esta vida sólo vale la pena ser vivida si permite acumular bienes y poder rápidamente sin importar sus consecuencias». Pese al difícil diagnóstico que hizo de México, el arzobispo aseguró que «la inmensa mayoría de nuestra gente no quiere caminar por caminos de muerte y destrucción». Al contrario, desea «vivir en paz y gozar de la felicidad en Cristo» para conseguir que se alcance la «reconciliación, la justicia y la paz».
Durante su homilía, Benedicto XVI retomó en parte las palabras del arzobispo de León diciendo a los fieles que al prepararse para la próxima Semana Santa deben «mirar muy dentro del corazón humano, especialmente en los momentos de dolor y de esperanza a la vez, como los que atraviesa en la actualidad el pueblo mexicano y también otros de Latinoamérica». El propio Papa conoció de primera mano esta tragedia al saludar el sábado en Guanajuato a familiares de varias víctimas de los cárteles del narcotráfico.
Al finalizar la ceremonia, el Papa rezó frente a una imagen de la Virgen de Guadalupe en medio de un sobrecogedor silencio general. Cuando dio su bendición a todos los presentes, también bendijo 91 reproducciones de la Virgen que serán custodiadas en todas las diócesis del país.Tras la misa, Benedicto XVI celebró unas vísperas con obispos mexicanos y de toda América Latina en la catedral de León.
Volando hacia el Cristo Rey del Cubilete
Antes de llegar al Parque Bicentenario, Benedicto XVI sobrevoló en helicóptero la estatua del Cristo Rey del Cubilete. Es éste uno de los santuarios peregrinos más importantes para los católicos mexicanos, al que decenas de miles peregrinan cada año. La imponente escultura , de 80 toneladas y 22 metros de altura, está situada sobre el cerro Cubilete que, con sus 2.700 metros domina todo el entorno. Donde se encuentra este monumento, hubo antes otra estatua de Cristo que fue bombardeada eb 1926 durante la revuelta de los cristeros, que tuvo lugar en esta región central de México su epicentro. La nueva estatua fue construida en 1940.
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