Sevilla

El pozo de los desaparecidos por Francisco Pérez Abellán

Esta semana ha tenido lugar la primera celebración del Día Nacional de los Desaparecidos o Día de los Desaparecidos. La asociación catalana Inter-sos, que es la única que sobrevive a fuerza de sacrificio personal, con sede en El Prat de Llobregat y Cornellá, según les dejen locales estos dos alcaldes solidarios de toda España, ha celebrado el logro que consiguieron con un halo esperanzador, pese a que no han sido muchos los que se han puesto a su lado.

La Razón
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En España desaparecen entre 2.500 y 3.500 ciudadanos cada año, y aunque gran parte regresan y son encontrados por los propios medios de las familias, la lista de acumulados, es decir de desaparecidos inquietantes, se eleva ya a 14.000, aunque en nuestro país las estadísticas son poco fiables.

Casi es mejor recurrir a la memoria: Josué Monge, 13, años, en Dos Hermanas, Sevilla, desaparecido el 10 de abril de 2006; quince días más tarde desapareció su padre sin que tampoco haya sido encontrado. Sara Morales, 14 años, desaparecida en julio de 2006, en Las Palmas de Gran Canaria. Yeremi Vargas, 7 años, desaparecido en marzo de 2007. Amy Fitzpatrick, 15 años, desaparecida en diciembre de 2007, en Mijas, Málaga. Marta del Castillo, 16 años, desaparecida el 24 de enero de 2009, en Sevilla. Sonia Iglesias, 38 años, desaparecida el 18 de agosto de 2010, en Pontevedra. María Piedad García, 32 años, desaparecida el 12 de diciembre de 2010, en Boadilla del Monte, Madrid. Son algunos de la larga lista escogidos al azar.

El 9 de Marzo es el día en el que Cristina Bergua, de 16 años, fue vista con vida por última vez. Y aunque en el Congreso, al dar la noticia de que se establecía en su recuerdo y en el de todos los desaparecidos el Día Nacional, le atribuyeron una edad que no era, lo cierto es que es la única noticia buena de la familia desde 1997, que fue cuando se hizo humo.

Juan Bergua creó Inter-sos, con ayuda de otros y hoy lo mantiene con Flor Bellver y un puñado de valientes. Ahora es el momento de reclamar a los desaparecidos: ¿dónde están? ¿Cuándo los vais a recuperar? Miren, basta ya de paciencia inútil: no hay por qué resignarse a que la gente se haga humo y no aparezca más. Hay que exigir a quienes mandan que sean responsables, que los busquen y los encuentren. Que se preocupen por la desaparición de personas: mayores, jóvenes, niños. Una procesión interminable. El proceso del pozo de los desaparecidos es siempre el mismo como sucedió en la casa de Bergua: estaban comiendo todos juntos, los padres se fueron de paseo. Cristina se quedó en la casa con música. Al parecer tenía planeado salir después, parece que a romper con el novio. Esta historia huele fatal.

Los padres llevan años removiendo cielo y tierra, ya saben que las chicas como su hija son de máximo riesgo. Una joven entre los dieciséis y los veintipocos si no regresa a las 48 horas, en otros países dicen que tiene el cincuenta por ciento de posibilidades de no volver jamás. O más claramente: de estar muerta.

 Es posible que la lista del pozo de desaparecidos contenga dos centenares largos de niños españoles. El gran temor son los delitos: secuestros, abusos sexuales, homicidios. La tragedia de los desaparecidos se marca en las primeras horas. Si está por volver, el chico vuelve al poco, pero si hay un elemento delictivo, el final es la temida incertidumbre.

Cadáveres sin identificar

Los familiares piden que se identifiquen los miles de cadáveres sin identidad que pueblan los cementerios y que todo resto humano tenga una prueba del ADN. Pero pasa el tiempo y los que gobiernan miran para otro lado. El proceso de identificación es lento y caro. Y al fin y al cabo, los que están sin nombres están todos muertos. Prometieron que las bases de datos se unificarían para que todos los desaparecidos estuvieran en una única relación. De los miles de cadáveres sólo hay unos novecientos con ADN investigado. Para Flor Bellver, presidenta de Inter-sos, no tenemos una legislación clara y se necesita el respaldo a los familiares de las víctimas. La Ley debería ocuparse de los desaparecidos: debería hacerse una ley que obligara a buscar sin fin. Los desaparecidos no deben permanecer ocultos. Falta un vecino, se ha roto un paisaje.

Resulta insoportable la historia de dolor incesante. Los familiares no viven, no duermen, no consiguen recuperar sus vidas, mientras el poder se lava las manos. Esas manos manchadas de desaparecidos. Estar desaparecido es cien veces peor que estar muerto, y encima tienes encima todos los trámites policiales, judiciales, médicos, administrativos. Y ni un lugar donde ir a llorar.