Audiencia Nacional

300 sin Justicia

La Razón
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En un spot que reivindica a víctimas republicanas de la Guerra Civil, Pedro Almodóvar se pone en la piel de un aviador que fue fusilado por no sumarse a la sublevación de Franco y termina su tétrico testimonio con esta frase: «No tuve juicio, ni abogado, ni sentencia... ¿Hasta cuándo?». El vídeo se completa con otras dramatizaciones a cargo de conocidos actores y casi todas concluyen con un lamento: «Aún sigo esperando justicia». A pesar de los 70 años años transcurridos de aquella barbarie, es comprensible que muchas familias no hayan renunciado a rescatar la memoria de sus seres queridos y a rendirles el tributo que su sacrificio pudo merecer. Sería una mezquindad negarles ese derecho. Pero no es necesario remontarse tan atrás en el tiempo ni en el dolor ajeno para exhumar casos de palmaria injusticia. Ni siquiera hace falta recurrir al baúl del franquismo para ponerse dignos. Basta con echar la vista a los últimos treinta años, sin salir de la democracia, para toparse con cientos de víctimas que han sido enterradas en el olvido. Según el exhaustivo estudio de la fundación que preside Maite Pagaza, al menos 330 personas asesinadas por ETA no han tenido juicio, ni abogado, ni sentencia. ¿Hasta cuándo? Aún siguen esperando justicia. De estos tres centenares de víctimas, 72 jamás tendrán juicio, ni abogado, ni sentencia porque la Ley de Amnistía de 1977 las ha borrado de los archivos judiciales. Por último, unos cien asesinatos de la banda terrorista han prescrito o están a punto de hacerlo porque en estos veinte años no han tenido juicio, ni abogado, ni sentencia. Como pueden comprobar Almodóvar y los otros catorce profesionales del espectáculo que resucitan en vídeo a muertos de hace 75 años, hay víctimas más cercanas que han sido asesinadas por defender la democracia y el Estado de Derecho. Son guardias civiles, militares y funcionarios que servían a la legalidad democrática; incluso hay una niñita de 22 meses. Por todos ellos, los nuevos salteadores de tumbas jamás han hecho vídeos ni les han prestados sus voces y sus rostros para denunciar: «¿Hasta cuándo? Aún sigo esperando justicia». Tan aficionados como son a las pegatinas con mensaje, jamás se han puesto una en la solapa que diga, por ejemplo, «No a ETA», ni hacen valerosas galas, ni circulan corajudos manifiestos. Que te haya asesinado ETA no da ni la mitad de votos que si eres aviador republicano. En honrar a las víctimas hay honor; en exhumarlas para cobrarse la herencia de la revancha, sólo hay vileza. Y toneladas de miseria moral.