Debate Estado Nación
Promete ser divertido
Ya tenemos elecciones. 20-N es un día que, por antecedentes, me resulta incómoda, pero es lo que hay. Cómo han cambiado los tiempos… En aquella fecha me estaba comprando un periódico para el que feneció y ahora será para enfrentarse a otra época de regeneración e higiene democrática al fin. Hablemos de Rodríguez Zapatero.
Supongo que la asignatura más difícil que ha tenido que aprender en los últimos tiempos es ser patriota, término estigmatizado por la izquierda con complejos, a la que todavía, qué falta de madurez política, se le levantan ronchas al enarbolar la bandera de España siempre que no sea en un lance deportivo. Zapatero hoy ha actuado como un patriota y como un gobernante consciente de que la situación económica de España no pasa por él ni por su equipo. Se equivocó al no reconocer la crisis cuando, en plena campaña electoral, Solbes hizo un papelón frente a Manuel Pizarro; erró de nuevo cuando la minimizó, volvió a equivocarse cuando culpó a los gobiernos populares de alentar el ladrillo, algo que heredó de buena gana cuando las cosas iban bien. ¿Después? Largas cambiadas para un morlaco con buenas astas que daba donde más dolía.
Es muy pronto para valorar la herencia de Zapatero. En su primera legislatura, con la economía en orden, primó la gestión ideológica. Validó el matrimonio para el colectivo homosexual armando revuelo sólo por un nominativo «matrimonio», que nunca pidió la comunidad gay, aunque todos estaban locos por casarse, algo que nunca fue una reivindicación histórica de los gays, que preferían las uniones de hecho. Pero normalizó una situación y, sobre todo, reguló judicialmente situaciones injustas. Ley de Memoria Histórica, Ley del Aborto… removió estados de ánimo, conciencias. No me gusta ni la una ni la otra. La primera porque sólo pasaba por los perdedores y no por lo que también perdieron en el territorio de los ganadores. La segunda abría puertas a descripciones tan arcaicas como la de Bibiana Aído, para la que un feto no es un ser vivo, sino un holograma, vamos, fácil de eliminar con píldoras de día después y demás ingenierías técnicas.
Zapatero ha ambicionado en sus dos legislaturas un partido progresista que pasara por la izquierda a los de Felipe González, quien por cierto, dijo hace poco que era militante del PSOE pero no simpatizante. Un síntoma, ¿no? Zapatero se va y el terreno de juego pasa a Rubalcaba y a Rajoy. Rubalcaba, por mucho que ahora escuche y explique es el pasado, un pasado al que hay que reconocer en muchas cosas, pero no conviene olvidar su «debe». Es un viejo conocido, tanto, que parece que siempre ha estado en el Gobierno y eso provoca cierta sensación de «déjà vu». Rajoy significa el recambio. Otros nombres y otros hombres y mujeres en el Gobierno, zafándose con las cifras y letras heredadas. Promete ser divertido…
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