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«Corteo»: el Cirque du Soleil del cielo a Madrid

La gran compañía canadiense vuelve a España con un montaje valiente y hermoso, un viaje mediterráneo que habla de la muerte y deja claro que los renovadores del circo están más vivos que nunca.

El número de los candelabros, uno de los momentos estelares de «Corteo»
El número de los candelabros, uno de los momentos estelares de «Corteo»larazon

Es probable que quien haya visto «Quidam» o «Saltimbanco» tenga una idea diferente del Cirque du Soleil de la de alguien que lo haya conocido en «Alegría», uno de sus primeros y más brillantes montajes. Por eso, los «fans» de la compañía canadiense y los que no lo son tanto, quienes apenas los conocen de pasada, están de enhorabuena. Primero, porque el Cirque regresa a Madrid; pero además, porque lo hace con «Corteo», un hermoso, atrevido y vitalista espectáculo que viaja a los mejores momentos de su trayectoria –tiene más en común con «Alegría» que con «Dralion»– a través de una historia con funeral incluido. Pero no se asusten y sigan leyendo, porque en «Corteo» no hay tristeza y sí un «show» a lo grande, la especialidad de una compañía capaz de tener seis espectáculos fijos en Las Vegas y otros cinco de gira por el mundo.


Ángeles y canciones
«Corteo», cortejo en italiano, no se refiere al amoroso, sino al fúnebre. El payaso protagonista se está muriendo en su vieja cama y a su alrededor se arremolinan familiares y amigos haciendo las veces de plañideras. Como en una vieja historia en sepia, el último adiós tendrá toques melodramáticos, pero sólo por unos momentos, porque pronto Mauro ascenderá a los cielos para, entre ángeles, canciones populares y hermosos recuerdos, prepararse para una nueva vida.

Con un hilo conductor así –no nos olvidemos de que esto es circo, y la historia es un soporte para las acrobacias y malabarismos– no sorprende encontrar detrás la firma de Daniele Finzi Pasca. El director italiano –del que vimos en Madrid el hermoso «Nebia», del Cirque Eloize– deja su personal sello en un montaje en el que lo teatral cobra especial fuerza y en el que las esencias mediterráneas impregnan la ambientación, desde el vestuario hasta las expresiones que lanzan los artistas aquí y allá en italiano.

Lo cuenta uno de los protagonistas, el «gigante» Victorino Luján: «Más que hablar de la muerte, el montaje propone una especie de celebración de la vida». Luján, una presencia imposible de obviar, mide «sólo» 2,08 metros, aunque en el escenario, al lado de los diminutos malabaristas Valentina y Gregory, parece una montaña. «El peso pertenece al secreto de la profesión», bromea el argentino, que se dedicaba a la lírica hasta que fue «fichado» en un ensayo de «Quidam» en 1998. Luego, alguna prueba, un tiempo de espera, y finalmente una llamada para «Corteo»: «Trabajé en televisión en Buenos Aires, y había tenido alguna experiencia teatral, pero es la primera vez en una apuesta de este nivel, con un grado así de profesionalidad y con las estructuras del Cirque du Soleil».

«Corteo» levantó el telón en Canadá en 2005, giró por EE UU, Japón y Rusia, y pisó en febrero Viena, su estreno en Europa, antes de llegar a Madrid. Se ha hecho esperar el «show» más ambicioso del Cirque du Soleil, al menos en términos técnicos: un gran raíl recorre el techo de la carpa, una estructura por donde Mauro ascenderá a los cielos en bicicleta, y de donde se colgarán enormes lámparas de araña habitadas por una troupe femenina de acróbatas. Pero hay más: un túnel se desliza alrededor de la pista y los artistas recorren en secreto de un lado a otro la carpa, ya que las bambalinas ceden sitio a los espectadores, situados a ambos lados del escenario. Así, se suceden, entre canciones y coloridas fanfarrias, números como la cuerda floja inclinada, unas camas elásticas de época, una escalera acrobática o un divertido teatrillo en el que se homenajea de forma desastrosa a Shakespeare.

El italiano Mauro Mozzani debuta con el Cirque en el papel del difunto. «Soy un clown más teatral, mi procedencia no está en el Circo; tengo una compañía en Piazenza, Manicomics», explica. Mozzani estuvo en la concepción del espectáculo en 2005, realizó dos años de gira por EE UU y desde entonces se alterna con otro artista en el papel. Rememora que «había trabajado antes con Daniele Finzi Pasca, hicimos una coproducción en 2000 entre mi compañía y la suya, Teatro Sunil. Era un espectáculo teatral sobre una resurrección. La línea de la muerte ya estaba en aquel precedente», recuerda el clown. Pero éste, aclara, «es uno de los shows más grandes que hay en el mundo».


Una gran familia
Luján también está en el montaje desde febrero de 2005, los comienzos de «Corteo», y desde entonces ha seguido de gira. «Son seis años ya. Me he acostumbrado, aunque tiene su parte dura, porque estás lejos de la familia y amigos. Pero es interesante, porque te da la oportunidad de conocer a mucha gente». Y es que la vida en el Cirque «es la de una gran familia –añade Mozzani–, con peleas, amigos... Somos 150 personas en total, entre técnicos y artistas. Victorino para mí es un gran amigo, tanto en el espectáculo como en la vida». De hecho, son en realidad 165 personas las que viajan con las carpas de «Corteo». Una pequeña ciudad que cuenta con pasaportes de 28 países y que en cada plaza donde aterrizan con sus bártulos contrata a unos 40 o 50 trabajadores locales. En su estructura hay sitio para familias con niños –tienen hasta una maestra–, fontaneros y electricistas, cocineros y fisioterapeutas. «Es un barrio que viaja todo el tiempo, siempre juntos», dice Vitorino. Y resume Mozzani: «Es una vida feliz».

Cuando acabe en Madrid, «Corteo» viajará a Valencia (16 de junio), Alicante (28 de julio) y Sevilla (8 de septiembre), y después continuará su viaje en París.



El detalle
CAMAS ELÁSTICAS Y PEQUEÑOS ROBOTS

El Cirque no deja de sorprender. En «Corteo» hay fabulosos números colgantes e invitaciones al asombro, como la que protagoniza la pequeña Valentina rebotando grácilmente sobre las cabezas del público colgada de unos globos. Uno de los hallazgos que más risas y aplausos acapara se debe a un pequeño robot que recorre la pista del «grand chapiteau» como si fuera la mascota de la compañía. «Los colores, los materiales que utilizamos, tenemos camas elásticas gigantes... Reflejamos en el escenario lo divertida que es la vida. Y creo que eso lo hace todo más entretenido», cuenta el responsable del atrezzo de «Corteo», el norteamericano Michael Knight. «Es uno de los espectáculos más grandes que hay, técnicamente. Sólo nos supera un concierto de rock, por ejemplo de la gira de U2», asegura Knight.

Dónde: Escenario Puerta del Ángel. Madrid.Cuándo: desde el 2 de abril hasta el 22 de mayo.Cuánto: de 28 a 199 euros. www.cirquedusoleil.com