Primera parte

No ha hecho falta que José Luis Astiazarán, presidente de la Liga de Fútbol Profesional (LFP) se apeara del borrico –mejor sería que tampoco se montara por respeto al pollino– para que la próxima jornada de Liga se dispute de acuerdo con el calendario establecido. La jueza ha sido explícita y rápida y ha atendido en su sentencia las razones de los demandantes. La Liga, Astiazarán y los clubes partidarios de la huelga, han quedado con el trasero al aire. Su demanda, justa en el fondo, era absurda, improcedente y estrafalaria en la forma. Pretender que una ley aprobada por el Parlamento español en 1997 sea derogada por chantaje es perder el oremus. El abogado de los demandantes, Juan de Dios Crespo, experto en temas jurídicos deportivos en ámbito internacional, les desmontó los argumentos con los que pretendían fundamentar su parón ligero. Teoría, entre otras razones, totalmente contraria a la que los mismos demandados arguyeron para abortar la huelga de los futbolistas.

Con la sentencia se ha llegado a la primera parte de la parte contratante. La segunda no es sólo pedir que se modifique la «Ley Cascos». Quienes han estado en contra de la huelga y se supone que también otros, están a favor de que se modifique el reparto de los dineros de las televisiones.

De momento, ha dimitido el vicepresidente de la LFP, José María Cruz, quien ostentaba el puesto en nombre del Sevilla, club que no cejará en su empeño de que se acabe con la situación actual que, más que insolidaria, es sencillamente injusta. Hay al menos dieciséis clubes españoles que ahora tienen la palabra.