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Europa avanza sin Reino Unido
Los líderes de la UE se encerraron el jueves y el viernes en una maratoniana cumbre para salvar el euro. Con una recesión incipiente, un crédito que no fluye y una hemorragia de confianza desde la eurozona, el tiempo se acababa para dar el golpe final en este tercer intento para refundar la unión económica y monetaria. Los dirigentes de los Veintisiete dieron un paso importante en su lucha contra el incendio en la eurozona, pero terminaron por abrir una crisis institucional con el Reino Unido de consecuencias aún incalculables.
BRUSELAS- Tras una tensa discusión entre el «premier» británico, David Cameron, y el presidente francés, Nicolás Sarkozy, los socios de la UE, a excepción de los británicos, anunciaron la aprobación de un nuevo «pacto fiscal» con el que convencer a unos mercados del compromiso europeo con la disciplina fiscal y presupuestaria. «Cuando hablé con Cameron, me trasladó su interés en que la zona euro sea estable, y definitivamente hemos contribuido con este pacto a su estabilidad», resumió la canciller alemana, Angela Merkel, la principal impulsora y timonel del nuevo acuerdo.
Tras una negociación de diez horas, los europeos pudieron cerrar este pacto con un acuerdo intergubernamental, aunque a un precio importante. El acuerdo no tendrá la fuerza legal esperada, orillará a la Comisión y, sobre todo, promete un tortuoso proceso de ratificación en los parlamentos nacionales, con finlandeses, irlandeses, rumanos y checos poniendo ya problemas.
El acuerdo
Los pilares de este nuevo pacto, que los líderes quieren tener listo para marzo, son la inclusión en las constituciones nacionales de un límite al déficit estructural del 0,5% del PIB, con la Corte de Justicia Europea como garante de su aplicación. Además, los socios se comprometen a «examinar con celeridad» las nuevas reglas propuestas por la Comisión para vigilar, y hasta proponer enmiendas, a los presupuestos nacionales o poner bajo una intervención suave a los países bajo «severas dificultades respecto a su estabilidad financiera».
El punto más polémico fue el compromiso de aceptar sanciones automáticas cuando un país supere el 3% de déficit, a menos que una mayoría cualificada de estados se oponga. Este paso requería una reforma limitada de los tratados con el acuerdo de Gran Bretaña. Pero ante la negativa de Cameron a pasar por el aro si el resto de sus colegas no eximían a Londres de la regulación financiera europea, los líderes recurrieron a la ingeniería legislativa para circunvalar el bloqueo. Sin embargo, los meses recientes han probado que estos avances por la vía indirecta han terminado por encallar. Además, Londres avisa de que sus vecinos no podrán involucrar a las instituciones comunitarias en este pacto para reforzar su vigilancia (Comisión y Tribunal de Justicia) sin su aprobación, mientras que Bruselas opina que el Tratado de Lisboa (artículo 273) lo permite. Una fuente británica prometió que se abrirá esta batalla legal «en los próximos días».
Futuro del euro
El blindaje del euro, a través de un refuerzo creíble de los cortafuegos, presentó más problemas al mirar la letra pequeña. Aunque los dirigentes intentarán adelantar a julio de 2012 la entrada en vigor del fondo permanente de rescate, Alemania impidió que se le otorgara licencia bancaria, tal y como querían los jerarcas comunitarios, para que pudiera ser respaldado por la potencia de fuego ilimitada del BCE. Además, Merkel también se opuso a que coincidan el fondo temporal y permanente para aumentar los fondos disponibles hasta superar los 750.000 millones, como también aplazó el debate de los eurobonos. Incluso la aportación europea de 200.000 millones adicionales al FMI para ayudar a la eurozona, dada por hecha la víspera, «deberá ser confirmada en los próximos 10 días», según las conclusiones.
Fuentes comunitarias reconocieron que el BCE es el único ahora con capacidad para ser el verdadero cortafuegos que ponga el punto final a la crisis de deuda. Aunque esta es una línea roja que Merkel no quiere pasar, su postura se podría ablandar con el aval dado al pacto por el presidente del BCE, Mario Draghi, quien dijo que «es un resultado muy bueno» para el euro, lo que podría anticipar su autorización para la esperada compra masiva de bonos.
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