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Un paso histórico por Carmen Enríquez

La Razón
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La comparecencia de la plana mayor del equipo de la Casa del Rey ante una treintena de periodistas para, entre otras cosas, calificar el comportamiento de Urdangarín de «poco ejemplar» es un hecho sin precedentes en la historia del Palacio de la Zarzuela. El nuevo equipo de alta dirección de la Casa, encabezado por Rafael Spottorno, ha dado la cara en una sesión informativa en la que, por primera vez desde la restauración de la monarquía en España, se ha hecho autocrítica de la actuación de uno de los miembros de la Familia Real, nada menos que el marido de la Infanta Cristina. Para cualquiera que conozca un poco la Casa por dentro, este paso pone de relieve el grado de malestar, disgusto y enfado existente dentro de la Familia Real, por lo que se deduce de las filtraciones del sumario y lo publicado acerca de la más que dudosa actuación empresarial del Duque de Palma consorte. Es cierto que el jefe de la Casa ha criticado que el caso se haya convertido en un auténtico «juicio popular» en el que no se ha respetado la presunción de inocencia de una persona que hasta ahora ni ha sido imputada ni llamada a declarar por el juez. Pero el hecho de que Urdangarín no vaya a asistir en adelante a ningún acto oficial de la Familia Real y la Infanta Cristina «ya se verá», da una idea exacta de la gravedad de la situación, de la importancia que el Rey da a todo este asunto y del profundo ambiente de disgusto que se respira hoy en día en La Zarzuela.

Para los periodistas que hemos seguido a la Familia Real durante años, la única situación que puede recordar a la de hoy, aunque salvando las distancias, es la comparecencia hace nueve años del Príncipe de Asturias para informar de la ruptura de su relación con la modelo noruega Eva Sannum. También en aquella ocasión se fue directamente al grano y fue el propio heredero de la Corona el que nos explicó los motivos del fin de un noviazgo que no gustaba a la opinión pública.

La Casa Real ha querido salir al paso ya, consciente del desgaste que produce el «caso Palma Arena» en el seno de la Corona, y abordar un asunto que amenaza con dar en la línea de flotación de la Jefatura del Estado. No se trata de condenar por adelantado a nadie, pero sí de orientar por dónde respira la institución monárquica y la propia Familia, asombrada y escandalizada ante el torrente de informaciones sobre los «negocios» de Urdangarín que inunda cada día los medios de comunicación.