Zaragoza
La locura de un poeta
Raúl cierra una carrera circular que empezó con la osadía de Valdano
«Para algunos era la locura de un poeta del fútbol», dice Raúl de su debut. Han pasado dieciséis temporadas desde que a Jorge Valdano y Ángel Cappa se les ocurrió dar la oportunidad a aquel chaval de 17 años. Desde aquel 29 de octubre de 1994 en el que nació una leyenda del madridismo en La Romareda. Una más. El niño estaba tranquilo ante su debut. Eran los demás los que se preocupaban. En el viaje a Zaragoza, Jorge Valdano fue a ver cómo conseguía dominar los nervios la criatura. Y se lo encontró durmiendo.Cuando a Raúl se le pide que elija un momento de su carrera elige aquél. «El viernes llegué a casa y ya sabía que iba a jugar en Zaragoza. Mi padre todavía no había llegado de trabajar porque salía a las tres y media. No pudo ni comer de los nervios. Estaba con la sopa y le temblaba todo pensando en cómo organizar el viaje del día siguiente para el estreno del que todavía no sabía que sería el «7». Fue Raúl el que le tranquilizó. No fue capitán después sólo por los años.Desde aquel momento han pasado muchos años y muchos títulos. Es el primero en la historia del Madrid en partidos y en goles. También el máximo goleador de la selección. Ha ganado seis Ligas, tres Copas de Europa y dos Intercontinentales. «Una leyenda», djio Florentino Pérez. «El jugador más grande de la historia del Madrid por detrás de Di Stéfano», asegura Valdano con orgullo. «El primero es Alfredo de manera indiscutible, pero en el siguiente escalón está Raúl», añade.El «7» heredó los valores de aquel «9» histórico. De Don Alfredo. Y los ha transmitido durante todas las temporadas que ha permanecido en el Madrid. El ejemplo es su último gol con el Real Madrid. En La Romareda, tambi-én, para cerrar el círculo. «Algo me dijo que tenía que estar allí. Estaba lesionado, pero el jueves le dije a Pedro [Chueca]: ‘‘Vamos a entrenar''. Y llegué al partido. Muy pronto se lesionó Rafa [Van der Vaart] y pude jugar, pero noté un dolor muy fuerte antes del descanso. Le pedí al médico que me vendara fuerte. Me miraba raro, pero salí», cuenta Raúl. «Noté que no podía seguir y pedí el cambio, pero no me oyeron. Hubo una falta y me di una carrera para llegar a rematar. El balón quedó suelto y marqué el gol que me debía de mi debut», cuenta. Su instinto y la suerte le llevaron a aguantar. Después, sí, pidió el cambio y le escucharon. Pero al acabar el partido su instinto, otra vez, le hizo guardar el balón, aunque él todavía pensaba en quedarse. «Es como si se me fuera un hijo de casa», dice Valdano.
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