Investigación científica
«Poner electrodos en los senos carotídeos disminuye la tensión»
Dirige la Unidad de Diagnóstico por Imagen de Hipertensión del hospital madrileño Clínico San Carlos, que cuenta con el reconocimiento de Centro de Excelencia Europeo. Está dotada de la última tecnología para derivar a los pacientes que no mejoran con los tratamientos actuales.
¿Qué tecnología emplean?
Utilizamos el denominado tonómetro, un aparato para medir la presión arterial central aórtica y la rigidez arterial; un ecógrafo que permite medir el grosor de las paredes íntima y media de la arteria carótida, así como identificar y medir las posibles placas que puedan estar presentes.
Desde su unidad derivan a los candidatos a someterse a una denervación renal.
Así es. Se trata de una técnica muy actual para pacientes en los que se ha probado todo, consumen muchos fármacos y aún así tienen la tensión alta.
Hay quienes no comprenden qué relación tiene el riñón con la hipertensión para que se aborde de esa forma. ¿Cómo la explica?
La tensión arterial (TA) tiene relación directa, no sólo con el corazón, sino también con el riñón y otros órganos, porque es un mecanismo que, en caso de hemorragia modifica el volumen de sangre de las arterias. ¿Y cómo sabe el cuerpo qué volumen es el adecuado? Mediante la sangre que llega al riñón, que lo identifica y regula. Un hipertenso tiene este mecanismo alterado, por eso «suelta» sustancias que suben la tensión. Con la denervación quemamos ese nervio y el mecanismo anormal no llega al riñón y disminuye la TA.
Cada vez hay hipertensos más jóvenes. ¿Esta técnica es apta también para ellos?
De momento se practica en una edad más avanzada, porque es una técnica con apenas dos años de historia, por lo que no sabemos qué pasaría, por ejemplo, de aquí a 15 años.
Muchos conciben la HA como consecuencia de la mala alimentación, el sedentarismo... Y para eso, dicen, no se requiere tanta tecnología.
Esos factores se muestran de manera fácilmente objetivable, pero otros no. Y ahí es donde entra esa tecnología. Con ella podemos saber si el paciente tiene más posibilidades de sufrir infartos de miocardio o ictus. O por ejemplo, es posible que la hipertensión arterial periférica (que se mide en el brazo) esté normal, pero la presión central aórtica esté elevada, y eso se observa con el tonómetro. También podemos ver la rigidez arterial (unida a la edad cronológica de la persona). Si la arterial es mayor la sangre discurre con más dificultad. Y con la ecografía sabemos si el grosor entre las capas de la carótida aumenta, y es un gran factor de riesgo que puede intuir la aparición de arterioesclerosis.
Otra terapia novedosa es la estimulación de los barorreceptores carotideos. ¿Es también efectiva?
Sí. Consiste en poner electrodos en los senos carotídeos y producir estímulos que ponen en marcha mecanismos para disminuir la tensión arterial.
Hay estudios que vinculan la hipertensión con las migrañas y afirman que multiplica el riesgo de problemas cardiovasculares. ¿Es así?
Todo lo que produce dolor incrementa la tensión, y en un hipertenso cualquier dolor tendrá valores más altos, pero no sólo por la migraña, sino por otras dolencias relacionadas, factores genéticos, ambientales... ¡Incluso por la suerte!
En cuanto a la genética, recientemente un grupo de científicos hallaron nuevas pistas sobre el origen genético de este trastorno.
Sabemos que es un factor de riesgo. La cuestión es saber lo que falla en la genética, es decir, saber si «tal gen» produce hipertensión. Y todavía no lo sabemos. En lo que se trabaja es en perfeccionar la aplicación de la genética, pero es algo que todavía está en investigación.
Desde el Instituto Nacional de Salud Británico consideran que, para controlar a pacientes de riesgo, debería establecerse la monitorización ambulatoria. ¿Está de acuerdo?
Sí. Porque gracias a ello se puede observar si sufren picos nocturnos o diurnos. Lo ideal sería que un monitoreo de todos los factores de riesgo, y tal vez llegue pronto. Se está investigando con un chaleco que monitoriza lípidos, glucosa, frecuencia cardíaca o picos de tensión en su conjunto. Así se controla mejor.
La sal es enemiga de la tensión y es lo primero que uno quita de la dieta. Pero, ¿no deberían ser los productos que compramos los que tuvieran menos cantidad?
Los hipertensos no deben comer alimentos precocinados porque incluyen sal para su conservación, pero la dieta sí debe aportar sal del salero, pues la ausencia total aumenta la tensión. El organismo lo identifica como disminución del volumen sanguíneo y el riñón pone en marcha un aumento de una hormona llamada aldosterona, que sube la tensión.
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