España

Sinde coro

La Razón
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Después del fracaso en el Congreso de los Diputados de la llamada «Ley Sinde», lo tengo claro: España es ya un puro desierto. No sólo económico, sino moral. Tiene más futuro Irak que «esto». Me ha dejado estupefacta la frivolidad, el cortoplacismo, el oportunismo ciego, sordo y memo de la clase política española. Me ha decepcionado enormemente CiU en este asunto. He visto su verdadera cara y me he echado a temblar: ¿esto es lo que nos espera a partir de ahora?, ¿van a hacer bueno al Tripartito?, ¿dónde está el famoso «seny» del que hacían gala? CiU se ha cargado la «ley Sinde», una ley en la que prevalece el sentido común (y cada vez es más difícil encontrar sentido común por parte alguna en este pobre país enloquecido). Lo del PP roza el sainete. Desde que encabezó aquella majadera propuesta anti-canon, tratando de ponerse marchoso, «anti-zeja», y de paso apropiarse de un supuesto «millón» de votos (jua, jua) de ansiosos internautas enrabietados con el Psoe, pero más que nada ávidos por tenerlo todo gratis, subscriben cualquier tontería que se le ocurra a cualquier destornillado anónimo que aprovecha sus horas de trabajo para robar a saco «contenidos» con la excusa de que los está «intercambiando» y que eso es súper solidario, oyes. Y ni siquiera la garantía judicial le basta para aplacar su ira de saqueador. Quiere la puerta abierta y que lo custodie la policía mientras perpetra sus pillajes. Y CiU y el PP, y el resto del arco parlamentario, están dispuestos a servirle de garantes con tal de fastidiar al PSOE o ganar votos (inexistentes, seguramente). No les importa España lo más mínimo, educar de verdad a la población de herencia subvencionada, abotargada y franquista que tenemos, sino acabar con la ministra Sinde o mortificar a Zapatero para que se vaya. Su irresponsabilidad me ha dejado sin palabras, sin ninguna esperanza. Si estos políticos piensan que robar es legal, deberían anunciarlo oficialmente para que comencemos los saqueos en los cajeros automáticos, dejemos de pagar impuestos y luego vaciemos las cárceles, que están abarrotadas y no reinsertan a nadie, como es sabido. Si lo hacen por un puñado de votos, qué lástima. España se convierte a paso ligero en una ciénaga de cobardes, taimados e interesados, en la que muy poquitos políticos o ciudadanos se atreven a decir la verdad cuando la verdad va en contra de la opinión de la aborregada mayoría. (Vaya tela).