Cambios climáticos

«Boina» gris por Roberto Brasero

La Razón
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Desconozco quien fue el primero en llamar «boina» a esa capa negruzca que a veces vemos sobre las grandes urbes, pero la definición resulta muy adecuada. Mirando desde lejos en días de alta contaminación parece que se extendiera sobre los edificios una gorra plana: como si existiera una tapadera invisible que mantuviera a raya los contaminantes. Y en realidad, así es. Esa tapadera existe: se trata del propio aire, en una situación de altas presiones: esa «A» de Anticiclón que ponemos en los mapas isobáricos. En una situación anticiclónica el aire desciende, pesado, hacia abajo... impidiendo que pueda ascender lo que tengamos en la superficie: si en la superficie hay suficiente frío y humedad, se formarán bancos de nieblas; si lo que tenemos son partículas en suspensión, se formará una «boina» de contaminación.
Además, con la atmósfera así no se producen intercambios, ni hay movimiento del aire, ni se forman nubes. Y sin viento ni lluvia, las partículas que ahí están, ahí permanecen.
¿Y cuando cambiará esta situación? Pues a día de hoy parece que el próximo domingo un frente –más activo de los que están entrando ahora– llegará por el noroeste de la península y avanzará hasta el centro, y el aire ya podrá empezar a renovarse. A partir del lunes puede que dejemos de quejarnos de la contaminación para volver a quejarnos del frío.

 

*Hombre del tiempo de Antena 3