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Howard Gardner un premio inteligente

El Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales ha escrito sobre ocho tipos de inteligencia. Ayer las utilizó con acierto para hablar de educación, de colegios y del futuro de los jóvenes

Howard Gardner, ayer en Oviedo, donde recibió el premio de Ciencias Sociales
Howard Gardner, ayer en Oviedo, donde recibió el premio de Ciencias Socialeslarazon

No existe una sola inteligencia, sino ocho diferentes, y Howard Gardner, premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, las ha definido: lingüística, lógico-matemática, cinético-corporal, musical, espacial, naturalista, interpersonal e intrapersonal. En una época en que la crisis ha convertido la educación en una moneda de cambio, algo que se puede aplazar o reducir, sus investigaciones y aportaciones en este campo son un aliento para todos los que se dedican a la pedagogía. «Los recortes en esta área siempre están en función de unos valores éticos. Si en vez de defender la educación, opta por lo contrario, es, desde luego, una respuesta política». Catedrático en la Graduate School of Education de Harvard, el investigador aborda algunas cuestiones que están afectando a los jóvenes. Por qué no sienten respeto a la jerarquía, cuál es el impacto de los valores que preconizan los medios de comunicación, como la televisión, y cómo se afrontará la formación de los más jóvenes en el futuro, en un mundo cada día más digital.

Encontrar una causa
Cuando se le pregunta por las razones que han empujado a cientos de londinenses a saquear los comercios, al vandalismo callejero y al desprecio que sienten hacia el orden y las leyes que la defienden, su respuesta es clara y concisa: «No creo que todos los que no asumen ese respeto a la autoridad se rebelen por la misma causa. Malcolm X, por ejemplo, fue un americano de carácter rebelde, torcido. Pero encontró una causa, y esa tendencia fue reencaminada. Por otra parte, el respeto no le corresponde a nadie. Es algo que se gana».

En un momento de cruce de informaciones, donde, junto a las asignaturas que se imparten en los institutos, cohabitan ideas materialistas que se airean desde diferentes ámbitos, su reflexión escoge una dirección precisa: «Los profesores y los familiares tienen que ser dos referentes. Ellos representan diferentes valores a los que se ven, por ejemplo, en algunos programas de televisión y que pueden compensar ese mensaje. En EEUU, junto a los padres, los profesores son los que gozan de mayor respeto en la sociedad. Pero estos valores hay que mantenerlos en el tiempo. Un ejemplo: esos valores son los que defienden los Premios Príncipe de Asturias, pero con una semana no basta. Hay que respaldarlos a lo largo de todo el año».

Ahora que los gobiernos han comenzado a legislar el ámbito de las clases para evitar que los alumnos agredan a los maestros es necesario replantearse cómo será la educación en las próximas décadas: «Veo a los profesores del futuro como entrenadores más que como transmisores de conocimientos. Vivimos en un momento histórico en que todas las personas pueden ser educadas de forma individual, y no sólo los ricos utilizando tutores. Esto se debe a la revolución digital. Debe emplearse una educación diferente, en formato diferente para alumnos distintos». De hecho, Gardner ahora está implicado en nuevos proyectos. Si en 1960 Nelson Goodman impulsó el Proyecto Zero con la intención de mejorar el aprendizaje en función de una pedagogía más interdisciplinar para atender mejor la inteligencia de los estudiantes y motivar su capacidad de comprensión, Gardner ha aplicado estas investigaciones en el llamado Goodwork Project, que se utiliza en algunos colegios públicos de barrios desfavorecidos de EE UU y que aspira a ayudar a los profesionales de la educación y mejorar la calidad de la enseñanza.

Historiadores y tecnología
Pero cómo se combinan estas intenciones y programas con la influencia que proviene del ámbito de las nuevas tecnologías (redes sociales, wikipedia como paradigma de conocimiento y datos sin contrastar ) y medios audiovisuales: «La tecnología siempre ha tenido un valor neutro. Un bolígrafo puede servir para sacarte un ojo o para escribir. Depende de la persona. Estamos en un época en la que podemos conocer la verdad mucho mejor que antes. Hoy es imposible ejercer un control total sobre el conocimiento en ninguna parte del mundo, desde Corea del Norte hasta África. Ahora hay que desarrollar una mentalidad para conseguir alcanzar las conclusiones. Ahí están los trabajos de los historiadores, de los pensadores para llegar a una auténtica certeza». En este siglo que se abre hacia un porvenir cibernético, ¿cuál es el papel del arte, de la literatura, tal como la conocemos en la actualidad? «No creo que se hayan acabado. Los escritores y los artistas tienen una enorme capacidad para ver claro lo que está sucediendo. Tienen un punto de vista de las cosas que les ayuda a intuir lo que va a suceder. Pero considero que hay que fomentar un terreno que aseguren estos mundos de la imaginación para que las personas continúen entrando en este terreno de la creación. Ayer estuve en las cuevas de Altamira y en el Guggenheim. Estaban las pinturas de hace 15.000 años y la obra de Jeff Koons. Los dos mundos están ahí y todavían pueden contribuir».


Gebrselassie y Muti: bromas y un concierto exclusivo
La música y el deporte han sido los otros dos protagonistas de la jornada de ayer. Por un lado llegó a Oviedo, a media mañana, de muy buen humor y bromeando, el atleta Haile Gebrselassie (Etiopía, 1973), campeón en tantas ocasiones de los 10.000 metros, que no dudó en tildar a los Premios Príncipes de Asturias de «Nobel» y asegurar que este galardón no es importante sólo para él, «sino para toda África». Y el director Riccardo Muti (Nápoles, Italia, 1941), que recibirá hoy el reconocimiento dedicado a las Artes (y uno de los pocos premiados que no ha dado en muchos años ni una rueda de prensa ni una entrevista), dirigió un concierto al que asistieron los Príncipes de Asturias. Un broche final a cargo del que fuera entre 1986 y 2005 director de la Scala de Milán, antes de la ceremonia de entrega que hoy se celebrará en el Teatro Campoamor de Oviedo.


¿Qué significó el Príncipe de Asturias?
Francisco Nieva

«Para mí supuso un gran estímulo. Y, sobre todo, una cosa que me impresionó fue la calidad y la personalidad de los premiados. Mandela, Indurain, Emilio García Gómez, Liz Taylor... Me encontré rodeado de estrellas. Para mí fue muy emocionante».
Jesús López Cobos
«Para mí fue, más que todo, un acicate, porque yo era muy joven: no era un premio a una vida, sino a lo que tenía que demostrar después. En ese aspecto, fue un reconocimiento de lo que había hecho hasta ese momento».
Tamara Rojo
«Es un premio tan importante que en muchos lugares del mundo lo llaman el Nobel español por el prestigio de las personas que lo han recibido. Obtenerlo supuso, además de un gran honor personal, un reconocimiento a la danza».
Rafael Matesanz
«Son el mayor reconocimiento de la sociedad civil en España, con un gran prestigio y con una organización que para mí es simplemente perfecta, probablemente mejor aún que la de los Nobel».