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Síndrome del 5-0

La Razón
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Mourinho no se calentó la cabeza. No estaba en su idea intentar una goleada al estilo de la del Camp Nou. Pensó en su eliminatoria con el Inter en la pasada edición de la Liga de Campeones. Trató de defender con diez y buscar la contra. Tenía a su favor la rapidez de Di María y Cristiano Ronaldo. Colocó a Pepe en el centro del campo para evitar que el juego barcelonista llegara por el centro con las jugadas habituales de Xavi y Messi. Y en tal planteamiento, el Barcelona puso el balón y pretendió que nadie le negara la posesión.

Se jugó más en el campo madridista, pero el Barça no creó muchos peligros. No imprimió velocidad en sus penetraciones. Pases horizontales y escasas ocasiones de gol. Las dos más claras, de Messi, las salvó Casillas. Iker fue providencial y el penalti que le hizo a Villa no lo señaló Muñiz Fernández. Adriano salvó un gol bajo el larguero en los instantes finales del primer periodo.

Sergio Ramos y Marcelo cruzaron muy poco el medio campo. Benzema corrió, pero no encontró la pelota. Sólo Di María mantuvo su imagen. Cristiano tuvo momento propicio y no lo aprovechó. El segundo penalti a Villa fue pitado y Messi marcó. Con la expulsión de Albiol por roja directa el Madrid retrasó a Pepe y suplió a Benzema por Özil.

Guardiola pagó el riesgo de la alineación de Puyol con la lesión de éste. El ensayo para la final no cambió proyectos. El Real Madrid salió con miedo, como equipo pequeño. Para ganar la final de la Copa del Rey tendrá que plantear el partido de otra manera. En el Santiago Bernabéu vivió con el síndrome del 5-0. Con diez, apretó el Madrid. Muñiz echó una mano, pitó un penalti inexistente y Cristiano empató. No acertó ni con las tarjetas.