Europa

Conflictos laborales

La amenaza de los controladores causa más daño que una huelga

USCA y AENA no acercaron posturas ayer. La huelga empezaría el día 22 como muy pronto si nada cambia.

Los controladores insisten en reunirse con José Blanco para «desenquistar» la situación
Los controladores insisten en reunirse con José Blanco para «desenquistar» la situaciónlarazon

MADRID- Si los controladores aéreos hubiesen fijado ya un día para hacer huelga, AENA podría haber fijado a su vez los servicios mínimos y los viajeros podrían haber organizado sus vacaciones en función de los paros. Pero como el colectivo sigue alargando los plazos para convocar oficialmente los días de paro como medida de presión para forzar un acuerdo favorable con el gestor aeroportuario, la incertidumbre, que impide toda planificación, está ocasionando más perjuicio que una huelga en toda regla. Eso es lo que denunció ayer el Ministerio de Fomento, que acusó a los controladores de estar haciendo una «huelga fantasma» que produce más daño que una convocada formalmente.


Pérdidas millonarias
Desde que los controladores empezaron a blandir la amenaza de la huelga, el sector turístico ha denunciado en reiteradas ocasiones que la incertidumbre creada le estaba pasando una onerosa factura de 40 millones de euros diarios en forma de cancelaciones y falta de reservas. Ayer, el secretario general de la Mesa del Turismo, Félix Arévalo, en línea con lo argumentado por Fomento, destacó que la posibilidad de un paro sin concretar está produciendo una gran inseguridad entre el turismo exterior. Rafael Gallego, presidente de la Federación Española de Agencias de Viaje (Feaav), abundó en que, además, es un hecho «malo para la imagen de España como destino seguro».

Acabar con esta incertidumbre parece ser el objetivo inmediato del departamento de José Blanco. Ayer, fuentes del mismo insistieron en pedir a los controladores que se decanten de una vez por alguna de las tres opciones que tienen abiertas: alcanzar un acuerdo con AENA, aceptar la mediación de un arbitraje independiente o fijar de una vez por todas una fecha para la huelga que permitiría organizar los servicios mínimos al gestor y las vacaciones a los turistas. La secretaria de Estado de Transporte, Concepción Gutiérrez, adelantó que, en caso de paros, se garantizarán las conexiones con los mercados turísticos y las islas y, en el caso de otros ámbitos, «si hay que reducir vuelos, habrá un incremento adecuado de los servicios de transporte alternativos como el AVE».

El problema para Fomento y para todo el sector turístico es que los controladores siguen firmes en su estrategia dilatoria y no reunirán a su comité antes del jueves para decidir sobre la fecha de la huelga, salvo que AENA los llame entre hoy y mañana para volver a negociar. «Seguimos esperando que nos convoquen. Y si nos colocan sobre la mesa el convenio alemán, el francés, el portugués o el británico, sin tocar una coma, lo firmamos esta misma tarde. Sólo reclamamos lo que hay en Europa», dijo ayer Daniel Zamit, portavoz del sindicato mayoritario de controladores, USCA.

Su petición, dentro de la guerra de nervios que mantienen ambas partes, chocó de nuevo con la petición de AENA de que desconvoquen la huelga para retomar las negociaciones.

Los controladores siguen empeñados en mantener una reunión con José Blanco, al que criticaron por haber asistido a los toros el pasado fin de semana mientras ellos esperaban su llamada y por haber pedido al colectivo que cambie de negociadores y envíe a las conversaciones a personas con autoridad que, según Fomento, no se echen atrás cuando hay un principio de acuerdo como sucedió el viernes pasado. «Hemos renovado nuestra junta directiva y la mesa negociadora en junio, mientras que los que durante cinco años de negociación han sido incapaces de llegar a un acuerdo siguen ahí. A lo mejor el que tiene que renovar a sus negociadores es el ministro, porque está probada su ineficiencia y su soberbia al levantarse de la mesa», espetó Zamit.

USCA considera que si Blanco los recibiera, el conflicto se desenquistaría. «Nuestro interés es que nos reciba para hacerle llegar de verdad y de primera mano las condiciones laborales en las que estamos prestando el servicio, porque dudamos que las conozca. Firmaríamos hoy mismo cualquier convenio europeo si nos lo ponen en la mesa», reiteró.