España
El PP ve el adiós como otra prueba del anticipo electoral
Esta vez al PP no le ha pillado fuera de juego el movimiento estratégico en las filas socialistas que escenificó ayer Alfredo Pérez Rubalcaba al anunciar personalmente que abandona todos sus cargos en el Gobierno. Mariano Rajoy, en primera persona, y otros miembros de su dirección, llevaban ya varios días anticipando que daban por hecho que se iba.
La próxima semana, después de su designación formal como candidato socialista a la Presidencia, el PP terminará de virar su estrategia para focalizarla por completo en quien va a ser el «alter ego» de Rajoy en la campaña de las generales. La figura de José Luis Rodríguez Zapatero «murió» con el Debate del Estado de la Nación, y a partir de ahora toda la artillería popular irá dirigida, en coherencia con la lógica partidista, contra Rubalcaba. Si él quiere romper con el pasado, el PP insistirá en recordárselo a la menor oportunidad; si él quiere aparecer como algo distinto del «zapaterismo», el PP tirará de hemeroteca para implicarle en cada una de las decisiones de las que ahora intenta desmarcarse, y, sobre todo, si Rubalcaba quiere desvincularse de la crisis, el eje de la campaña del PP será hacerle corresponsable de toda la gestión que ha llevado a los cinco millones de parados.
Ayer tarde sostenían en Génova que su punto más débil está, precisamente, en la necesidad que tiene de reinventarse y aparecer como algo distinto a lo que ha sido durante todos estos años. «No quiere ser el "felipismo", pero tampoco el "zapaterismo"», comentaba un miembro del Comité de Dirección. A partir de este análisis se entiende por dónde van a ir los «tiros» de los populares. Dicen también en Génova que el efecto de su candidatura se diluirá como un azucarillo de aquí a que empiece el curso político, como ocurrió –recuerdan– cuando Rodríguez Zapatero remodeló su Gobierno para concederle «superpoderes».
Así que el movimiento socialista va alterar lo justo la agenda del PP, y nada la de Rajoy, quien, por de pronto, seguirá reclamando elecciones –convencido, como lo estaba con la salida de Rubalcaba del Gobierno–, de que el PSOE tiene muy difícil agotar la Legislatura.
Ayer, el vicesecretario de Comunicación, Esteban González Pons, urgió al presidente del Gobierno a convocar elecciones porque «esto no aguanta más». «Ni nombrar nuevos ministros ni nuevos proyectos ni nuevas reformas», señaló, después de criticar que el jefe del Ejecutivo no ejerciese su autoridad para anunciar personalmente el cambio. «Rubalcaba ha dejado a Zapatero como un inútil político y ha demostrado que es una marioneta», defendió, como informa Ep. Dicho esto, insistió de nuevo en que España necesita elecciones porque Rubalcaba ha dejado vacante la Presidencia del Gobierno. «Sin Rubalcaba ya no hay nadie al frente del Gobierno. Se lleva el mando a distancia para manejar los hilos del Ejecutivo desde su despacho en Ferraz», añadió. El PP interpreta su renuncia con tanto tiempo a sus carteras como otra prueba de que habrá adelanto electoral. «Fuera hace mucho frío y si se ha dejado tanto margen por delante es porque piensa en el adelanto», señalan.
Zapatero, con la mente puesta en marzo
En los cenáculos madrileños se interpretó ayer la salida de Alfredo Pérez Rubalcaba del Gobierno como el primer gesto hacia el adelanto electoral en noviembre próximo. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Fuentes gubernamentales confirmaron a este diario la firme voluntad del presidente del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, de agotar su segunda y última Legislatura y, por tanto, de no convocar elecciones generales hasta marzo próximo. Para ello, cuenta con el respaldo de los nacionalistas vascos, dispuestos a ponerle a su disposición sus seis escaños para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado de 2012. Además, Coalición Canaria y UPN también facilitarán con sus votos a las cuentas del Estado, su decisión de convocar los comicios cuando tocan, en marzo que viene. Pese a ello, en el Ejecutivo no ocultan que, al final, se podría ver obligado a anticiparlos a noviembre próximo si el clima social o económico lo exigiera.
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