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El fin y los medios por Marina CASTAÑO
Si el espectro más temido que planea sobre una pareja es la impotencia o la disfunción eréctil en el caso de él y la desgana o el permanente «dolor de cabeza» en el caso de ella, no olvidemos que la rutina o la monotonía pudiera ser tan grave como los casos que acabamos de mencionar.
El ser humano es acomodaticio y reiterativo en las posturas habituales.
Hay quien no sale del misionero y hay quien va directamente a la penetración sin que medie un romántico y prolongado preámbulo que ponga todas las terminaciones nerviosas a punto para que cada encuentro sea único e inolvidable.
Cuando la relación se prolonga, se adopta una serie de costumbres que se repiten, día tras día, sin que ninguno de los dos se preocupe de introducir variantes. Tremendo error: variar, sorprender y experimentar añade un plus más que importante; lo novedoso es excitante y atractivo, hay que tenerlo siempre presente.
Desde poner esmero en la manera de besar, punto de partida para que se vayan desencadenando las caricias que nos anuncian que algo está ocurriendo, hasta llegar al fin a la posición adecuada, deseada y acordada por ambos, pasando por las frases que se pronuncian en medio de la excitación del momento. Nada debe olvidarse dentro del ritual previo al acto en sí.
Ahora, bien, mal asunto cuando se trata de evitar trámites e ir directamente al grano, porque mañana hay que madrugar o, bien, porque es por la mañana y hay que irse a la oficina. ¿Realmente es tan complicado buscar unos momentos alternativos, unas posturas alternativas, caricias alternativas?
¡Por favor, un poco de aliciente, que el fin justifica, sin duda, los medios!
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